En la fecha que marca los 700 días de guerra en la región etíope de Tigray, el Obispo Tesfasellassie Medhin de Adigrat reafirmó su llamado a la comunidad local e internacional para que actúe para salvar a millones de personas.
La gente debe “ejercer su deber moral (de) ser una voz de los que no tienen voz y hacer cumplir los tratados internacionales para salvar a más de 7 millones de vidas de la desaparición”, dijo el obispo Medhin en un comunicado el 4 de octubre.
Los combates se reanudaron el 24 de agosto, rompiendo una tregua humanitaria de cinco meses que el gobierno anunció en mayo para permitir que la ayuda llegara a millones de personas necesitadas. Durante ese período llegaron a la región algunos alimentos, medicinas y otras necesidades básicas.
El obispo Medhin dijo que la Iglesia Católica en Tigray estaba exhortando a todas las redes católicas, socios, líderes religiosos nacionales e internacionales, agencias de la ONU, la comunidad internacional, entre otros, a condenar la guerra y actuar para ayudar a las poblaciones que sufren.
“Es muy doloroso y chocante ver el horrible … indiscriminado… bombardeo y cañoneo de civiles. Como resultado, todas las operaciones humanitarias para salvar vidas están totalmente detenidas en Tigray”, dijo.
“Es extremadamente difícil moverse a través de las zonas rurales para ver lo que está sucediendo, porque no hay combustible”, dijo.
Cuando comenzó la guerra en noviembre 2020, el gobierno bloqueó la región y cortó los servicios básicos, como las telecomunicaciones, la banca, el transporte, el agua y la atención médica.
El bloqueo sigue vigente en la región mientras el Frente Popular de Liberación de Tigray lucha contra una coalición de ejércitos en un apagón total de los medios. Algunos analistas han descrito la lucha como una “guerra mundial en África”.
El obispo dijo que además de vivir el asedio y el bloqueo, ver a más de 1,5 millones de niños fuera de la escuela durante tres años era “sangrar el corazón”.
Él describió la lucha en Tigray como la guerra activa más grande del planeta e instó al mundo a actuar para detener el bombardeo indiscriminado y presionar por el acceso humanitario sin restricciones y la restauración de los servicios básicos. También quiere un alto el fuego y un diálogo político para una paz duradera.
“La eparquía católica de Adigrat… reconfirma su compromiso de estar en solidaridad, oración y caridad con todas las personas que están pasando por el sufrimiento inexplicable en Tigray y en todo el país”, dijo.
La guerra en Tigray comenzó cuando el primer ministro Abiy Ahmed Ali anunció una acción militar contra el Frente Popular de Liberación de Tigray. Él acusó a los gobernantes de la región semiautónoma de atacar una base del ejército nacional en Mekele, la capital. Los rebeldes negaron las acusaciones.
Fredrick Nzwili escribe para Catholic News Service desde Kenia.