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En India: Llamado para Salir de la Seguridad e ir al Servicio

¿Pueden la iglesia y sus fieles realmente mantenerse a sí mismos en un intento de autopreservación durante un momento de crisis, como el COVID-19? La hermana Supriya Vazhappilly aborda esta pregunta en su Carta desde la India. 

India tuvo una de las peores tasas de infección por COVID-19 del mundo. En su punto máximo, la primavera pasada, India registró 400.000 nuevos casos por día. Para el otoño, el número de casos nuevos se redujo a unos 10.000 por día. A pesar de la espectacular mejora, la batalla está lejos de terminar. A mediados de diciembre, India había registrado más de 475.000 muertes relacionadas con COVID; las muertes en todo el mundo se contabilizaron en 5,3 millones. Sin embargo, los informes de los medios de comunicación indicaron recientemente que las autoridades indias no han informado, desde hace un tiempo, sobre las muertes relacionadas con COVID.

En la edición de diciembre 2021 de la revista ONE (disponible solo en inglés con excepción de algunos artículos traducidos al español), la Hermana Supriya de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús escribe sobre su experiencia de ministrar a los enfermos y necesitados en el apogeo de la pandemia.

Ella también comparte su inteligente reflexión sobre el papel de la iglesia durante esta crisis, así como de aquellos que trabajan entre sus filas, cuando se enfrenta a la vida o la muerte:

He observado cuatro tipos de respuestas de la iglesia. El primero, particularmente visible durante las primeras semanas de la pandemia en la India, fue el ausentarse totalmente de la sociedad y sus desafíos para quedarse en la seguridad de las casas religiosas para vivir en una paz egoísta y observar las prácticas religiosas sin preocuparse por la situación de las personas en las calles.

Otra respuesta fue adoptar una postura muy agresiva hacia la pandemia, las personas afectadas por el virus y quienes sucumbieron a él, sugiriendo que el virus era el resultado del pecado.

“Nos lo merecemos debido a nuestras acciones”, dirían las personas que sostenían este punto de vista. “Es un castigo de Dios”.

El tercer tipo de respuesta fue complacer a las víctimas de la pandemia de labios para afuera, expresando lo que se debe hacer sin mover un dedo para ayudar.

El cuarto implicó adoptar una postura, con un riesgo muy calculado, para llegar a las personas necesitadas proporcionándoles comida, refugio y atención médica, así como apoyo psicológico y espiritual. Implicaba orar por las víctimas, por los que viven con miedo y por los héroes de primera línea.

Entre los héroes de primera línea, han muerto más de 500 sacerdotes y religiosos y religiosas en la India hasta ahora, después de haber asumido el riesgo de cuidar a los necesitados durante la pandemia. Conocí a algunos de ellos, incluyendo al padre Kuriakose Mundaplackal, vicario general de nuestra Eparquía católica siro-malabar de Bhadravathi, quien participó activamente en el trabajo de socorro ante el COVID-19. Fue un duro golpe para todos nosotros. Sin embargo, el trabajo de socorro no se detuvo.

En mi caso, reforzó mi compromiso de asumir el riesgo y tener un papel activo en la labor de socorro, aunque con las debidas precauciones. Estas muertes me hicieron reflexionar sobre lo frágil que es la vida y, por lo tanto, utilizar el precioso tiempo disponible para nosotros de manera fructífera. En mis 13 años con las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, y a través de las experiencias de mis compañeros religiosos, me he dado cuenta de que los desafíos que enfrentamos como religiosos hacen que nuestra vida sea más significativa.

Los primeros días de cuarentena fueron un período de prueba para mí, ya que tenía el sentimiento de egoísmo, el deseo de estar más segura evitando el contacto con la gente. Pero el llamado de mis deberes y responsabilidades me ayudó a rectificar esta premonición.

Lea la reflexión completa de la hermana Supriya sobre la iglesia y COVID-19 en su Carta desde la India.

Con el desarrollo de otra variante de COVID-19 y las tasas de infección en aumento, el trabajo de la hermana Supriya y el trabajo de la iglesia en India entre los más afectados por COVID-19— los pobres y marginados—está lejos de terminar.

Apoye los esfuerzos de la Iglesia en India durante esta crisis de la pandemia.

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