Este 6 de enero millones de católicos en Estados Unidos y a lo largo de América Latina, volverán a celebrar lo que para ellos siempre será el 6 de enero: el Día de los Reyes.
Por siglos, el Día de Reyes, ha sido una tradición católica en Latinoamérica, España y muchos otros países en el mundo. Y en Estados Unidos, donde tradicionalmente la temporada navideña le cede un importante espacio a la figura de Santa Claus, el Día de Reyes ha ido tomando un espacio importante con celebraciones y desfiles, en pueblos y ciudades con una creciente población hispana.
El Día de Reyes, o Día de la Epifanía, se basa en esta historia contada en el Evangelio según San Mateo:
“Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo’.
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. ‘En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel’.
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: ‘Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje’.
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino”.
Esa escritura ha sido estudiada, explicada e interpretada a través de los años.
Los estudiosos explican que los magos de oriente—llamados reyes por los regalos de oro, incienso y mirra que le llevaron al niño Jesús y por la referencia o profecía que sobre ellos hace el Salmo 72—eran sacerdotes del zoroastrismo, una religión persa en lo que actualmente es Irán. También que llegaron de Arabia y de territorios de lo que actualmente es Etiopía, lo que explica porque uno de los magos era de piel oscura. Se dice que fueron tres, por los tres regalos mencionados en la Biblia, pero pudieron ser hasta 12.
Los reyes magos fueron además astrólogos expertos e interpretadores de sueños. Vieron en el firmamento una estrella brillante, la confluencia de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Siguieron la estrella para rendirle tribute al rey de los judíos porque para ellos Júpiter representaba a la realeza, Saturno a los judíos y Piscis significaba nacimiento.
El oro, el incienso y la mirra también reflejan una simbología profunda. El oro reconoce la realeza, el incienso, palabra que en latín significa encender, denota la divinidad, y la mirra, que era usada para la curación y para embalsamar a los muertos—simbolizaba al mismo tiempo la humanidad y la mortalidad del recién nacido.
Dos mil años después los reyes magos nos siguen enviando el mismo mensaje: sigamos la estrella que nos conduce a Dios. Ese mensaje se celebra a lo largo de toda América Latina con queridas tradiciones que queremos transmitir a los niños.
Desde Chile a Canadá, la víspera del 6 de enero, los niños cortan césped y los ponen en sus zapatos y éstos debajo de la cama, para alimentar a los caballos o camellos de los reyes magos que vienen cargados de regalos. En otros países los niños, en lugar de césped les escriben cartas. Y en la mayoría de los países se preparan alimentos especiales, pasteles, tamales, roscas de reyes. El 6 de enero tradicionalmente marca en el fin de la Navidad y en muchos hogares en las que se guardan los nacimientos y adornos navideños hasta el próximo año.
El 6 de enero siempre será para nosotros el Día de los Reyes Magos. Esta importante celebración católica nos invita a ver en el firmamento de nuestros corazones ese mensaje que leyeron los reyes magos en el cielo: el nacimiento de nuestro salvador.