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Conexiones CNEWA: Ucrania, Rusia y las Naciones Unidas

Hace seis meses, el 24 de febrero, Rusia invadió Ucrania, desatando una serie de crisis en todo el mundo. Una de las menos dramáticas, aunque no menos importante, es la crisis causada en las Naciones Unidas. La credibilidad de las Naciones Unidas como garante mundial de la paz está en tela de juicio.

Algunos antecedentes son necesarios aquí. Las Naciones Unidas fueron fundadas por los aliados que salieron victoriosos de la Segunda Guerra Mundial. El 26 de junio de 1945, en San Francisco, se firmó la Carta de las Naciones Unidas y “entrará en vigor tan pronto como hayan sido depositadas las ratificaciones de la República de China, Francia, la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América, y por la mayoría de los demás Estados signatarios” (Carta de las Naciones Unidas, Artículo 110, 3).

La línea de apertura dice: “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a Humanidad sufrimientos indecibles”. La referencia es a la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Se estima que cerca de 20 millones de personas, militares y civiles, murieron en la primera y aproximadamente 60 millones en la segunda. Por tanto, en un periodo de 31 años, 90 millones de seres humanos perdieron la vida. La Carta de la ONU no exageraba al hablar de un dolor indecible.

Cuando se establecieron las Naciones Unidas, se entendía que las anexiones nazis en Europa y la ocupación japonesa de China y Corea eran unas de las principales causas de la Segunda Guerra Mundial. En el Artículo 2, 4, la Carta de las Naciones Unidas establece: “Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado”. Es justo decir que el principio de la integridad soberana de las naciones es fundamental para las Naciones Unidas. 

Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres visita la ciudad sitiada de Irpin, Ucrania. Soldados y guardaespaldas caminan a su lado.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres (con pantalones marrones) visita la ciudad sitiada de Irpin, Ucrania, el 28 de abril, mientras continuaba la invasión rusa. (foto: CNS/Gleb Garanich, Reuters)

La estructura de las Naciones Unidas es bastante complicada, con estados miembros, actualmente son 193 de los 51 originales— organizaciones de la ONU, como UNICEF, OMS y organizaciones de la sociedad civil u organizaciones no gubernamentales. La mayoría de la gente pensaría que la Asamblea General es su organización más poderosa, ya que representa a casi todas las naciones del mundo y opera según principios parlamentarios y democráticos.

Pero, de hecho, el Consejo de Seguridad es el órgano más poderoso. Sólo el Consejo de Seguridad aprueba resoluciones jurídicamente vinculantes y propone que los Estados sean considerados por la Asamblea General para ser miembros. Sólo el Consejo de Seguridad puede utilizar la fuerza coercitiva. El Artículo 42 de la Carta de la ONU permite al Consejo de Seguridad tomar “por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”.

Si bien es cierto que la Asamblea General funciona de acuerdo a principios parlamentarios y democráticos, el Consejo de Seguridad es considerablemente menos democrático. El consejo está compuesto por 15 miembros, cinco de los cuales son los Cinco Permanentes (P5), China, Francia, la Federación de Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos de América. Los otros 10 miembros del consejo son elegidos por la Asamblea General por períodos escalonados de dos años. Cada miembro tiene un voto. Sin embargo, cada uno de los miembros del P5, y solo ellos, tiene el poder de veto absoluto. Tanto en la teoría como en la práctica, esto ha perjudicado al Consejo de Seguridad y a las Naciones Unidas en más de una ocasión.

Y son precisamente las principales potencias del mundo las que tienen la mayor capacidad de destrucción … las mayores amenazas pueden provenir de aquellos países cuyo poder de veto absoluto les proporciona un tipo de inmunidad ante una rendición de cuentas frente a la comunidad internacional.

En respuesta a la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, el Consejo de Seguridad presentó una resolución el 26 de febrero, exigiendo el cese inmediato de las hostilidades y la retirada de las tropas rusas. Rusia ejerció su derecho de veto, y la resolución fue derrotada con 11 miembros a favor, tres abstenciones (India, China y los Emiratos Árabes Unidos) y un veto, Rusia.

Después del veto ruso, los otros 11 miembros del Consejo de Seguridad solicitaron una sesión de emergencia de la Asamblea General. Tales sesiones de emergencia, a menudo denominadas “Unidos por la Paz”, permiten a la asamblea “abordar asuntos de paz y seguridad internacionales cuando el Consejo de Seguridad no puede actuar debido a la falta de unanimidad entre sus cinco miembros permanentes con derecho a veto”. Sólo se han convocado 10 sesiones de este tipo desde el conflicto coreano en 1950.

La sesión de emergencia de la Asamblea General convocó y aprobó una resolución exigiendo a Rusia que “retire de inmediato, por completo y sin condiciones todas sus fuerzas militares del territorio de Ucrania dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente. La moción fue aprobada con 114 a favor, de 193 posibles, cinco (Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Rusia y Siria) en contra y 35 abstenciones.

Es difícil ver cómo se puede hacer cumplir esta resolución, ya que el Consejo de Seguridad es el organismo encargado de hacer cumplir la ley de la Asamblea General. Y la acción del Consejo de Seguridad puede ser detenida por el veto de cualquiera de los P5, en este caso Rusia. Aunque la resolución de la sesión de emergencia de la Asamblea General es importante, ni siquiera representa un primer paso para resolver la crisis.

A muchos de los que han trabajado con las Naciones Unidas les gusta decir que puede que no sea la mejor organización del mundo, pero es la mejor organización que tenemos en este momento. No obstante, aquí hay dos crisis en juego. La primera y más obvia es la guerra de agresión que se libra contra Ucrania. La segunda es menos dramática, pero peligrosa.

Grupo de delgados de derechos humanos en Naciones Unidas detrás de bandera de Ucrania expresan protesta en Ginebra
Melanie Joly, ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Yevheniia Filipenko, representante permanente de Ucrania ante las Naciones Unidas en Ginebra, y otros delegados se reúnen con una bandera ucraniana después de salir de la reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU durante el discurso en video del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, en las Naciones Unidas en Ginebra el 1 de marzo. (foto: CNS/Denis Balibouse)

Las Naciones Unidas se fundaron específicamente para prevenir el tipo de agresión armada de las potencias más grandes contra las naciones más pequeñas, que fue una de las principales causas de la Segunda Guerra Mundial. En su fundación, las potencias victoriosas se dieron preeminencia en las nacientes Naciones Unidas, cuyo ejemplo más claro es el poder de veto absoluto del P5. Aunque ha habido varios intentos de hacer que el Consejo de Seguridad sea más democrático a lo largo de los años, la oposición de los miembros del P5 ha frustrado todos los intentos.

Ahora las Naciones Unidas se enfrentan al problema de qué es lo que sucede si uno de los P5 se vuelve un truhan. No existe una estructura clara para hacerle frente a esto. Y son precisamente las principales potencias del mundo las que tienen la capacidad de causar la mayor destrucción. Países como Liechtenstein y Mónaco no pueden representar una amenaza para la seguridad internacional. Sin embargo, las mayores amenazas pueden provenir de aquellos países cuyo poder de veto absoluto les proporciona un tipo de inmunidad ante una rendición de cuentas frente a la comunidad internacional.

Después de 75 años, las Naciones Unidas enfrentan un grave desafío sobre su credibilidad. No pudo evitar la crisis en Ucrania. En el sexto mes de destrucción y acusaciones creíbles de crímenes de guerra de militares rusos contra civiles, las Naciones Unidas siguen siendo incapaces de lograr una cesación del fuego, por no hablar de una solución justa y pacífica.

¿Seguirán las Naciones Unidas siendo una institución que mantiene a todos sus miembros bajo los parámetros de una responsabilidad mutua o una institución que otorgue inmunidad práctica a sus miembros más poderosos y sus amigos? ¿Serán las Naciones Unidas incapaces de cumplir una de las principales razones de su existencia y proteger a las naciones más pequeñas de la agresión y la rapacidad de las más grandes?

Los peligros de la agresión militar en Ucrania van mucho más allá de las fronteras de los dos países e impactan al mundo entero. Una solución justa y rápida es fundamental para el bienestar del planeta.


El Padre Elias D. Mallon representa a CNEWA en las Naciones Unidas.

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