“Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”. (Juan 13,14-15)
El lunes 20 de octubre, Su Beatitud el Patriarca Raphaël Bedros XXI Minassian, y otros patriarcas, eparcas y sacerdotes católicos orientales, ofrecieron una liturgia vespertina de acción de gracias en el Altar de la Cátedra de San Pedro en el ábside de la Basílica de San Pedro en Roma.
Una gran congregación de mujeres y hombres consagrados, diáconos, seminaristas y fieles laicos estuvo presente. Llegaron a Roma durante el año jubilar para presenciar al Papa León XIV canonizar a siete santos el día anterior. Miles se habían reunido en la Plaza de San Pedro y en la Via della Conciliazione para las canonizaciones. Entre los nuevos santos se incluyó a un arzobispo armenio mártir, Ignatius Maloyan, víctima del genocidio armenio en 1915.
Hago referencia a estos poderosos eventos a los que tuve el privilegio de asistir porque a un lado de la histórica silla de madera, encapsulada en el monumento de bronce de Bernini, terminada en 1666 y recientemente restaurada con fondos de los Caballeros de Colón, hay un bajorrelieve que representa a Jesús lavando los pies de sus apóstoles (cf. Jn 13, 1-17).
Permítanme sugerir que mientras CNEWA se prepara para entrar en su segundo siglo de servicio en 2026, y la Basílica de San Pedro para celebrar el 400 aniversario de su consagración, el gran desafío no es una cuestión de estructuras magníficas, sino más bien de una conciencia renovada del llamado fundamental a la santidad a través del servicio y el lavado diario de los pies de los demás.
¿No estamos llamados a aprender de nuestro pasado, a reconocer nuestras limitaciones y fracasos, a construir sobre la extraordinaria bondad y los logros solo gracias a nuestra cooperación con la gracia de Dios, y a mantener nuestros ojos fijos en el futuro?
¿No estamos llamados, como organización papal, a expandir el abrazo de nuestra misión, expresado metafóricamente por el “abrazo” arquitectónico del columnado de la Plaza de San Pedro?
¿No estamos llamados, mientras buscamos cada oportunidad de trabajar cada vez más estrechamente con el sucesor de Pedro, a lavar los pies de aquellos a quienes servimos con genuina solidaridad, mezclados con lágrimas de sanación y esperanza? Siempre somos servidores de la fuente de toda curación y esperanza, Jesús crucificado y resucitado.
¿No estamos llamados a renovar nuestro compromiso y estrategias para trabajar con todos aquellos que desean restaurar la justicia y la paz en la misma tierra donde nació el Príncipe de la Paz?
El Papa León parece tener grandes expectativas para las iglesias orientales. Lo expresó al principio de su papado, cuando habló a los participantes en el Jubileo de las Iglesias Orientales en mayo:
“¿Quién, pues, más que ustedes, puede cantar palabras de esperanza en el abismo de la violencia? ¿Quién más que ustedes, que conocen de cerca los horrores de la guerra, hasta el punto de que el Papa Francisco llamó a sus Iglesias ‘martiriales’? Es cierto: desde Tierra Santa hasta Ucrania, desde el Líbano hasta Siria, desde Oriente Medio hasta Tigray y el Cáucaso, ¡cuánta violencia!”
Permítaseme concluir con tres consideraciones:
1. Durante los tiempos de Adviento y Navidad —y todo el año— los invito a unirse a mí en la oración al Espíritu Santo, representado como el paráclito en la ventana de alabastro de Bernini, sobre la Cátedra de San Pedro. Es un recordatorio de que la iglesia permanece bajo la poderosa guía del Espíritu desde sus comienzos. En la oración, invoquemos también a la Santísima Virgen María, venerada en todas las culturas e iglesias orientales, así como en la Iglesia católica romana. Que la Virgen de Nazaret nos ilumine y guíe para convertirnos en humildes servidores.
2. Hagamos todo lo posible por ser servidores informados y atentos. Los invito a ser lectores habituales del sitio web de CNEWA para conocer las noticias sobre nuestro trabajo, a suscribirse a nuestro boletín digital, a seguir nuestras redes sociales y a suscribirse a ONE, nuestra revis ta de alcance global y de la más alta calidad periodística.
3. Gracias por la generosidad de sus donaciones. Los escucho y sé que, para muchos, estos son tiempos difíciles. Solo gracias a sus generosas donaciones podemos continuar lavando los pies de aquellos a quienes se les ha dado el mandato de servir. Gracias.
Una nota final: Por favor, déjeme saber si usted puede organizar grupos con los que pueda hablar sobre la misión de CNEWA. Estas conversaciones pueden ocurrir a través de mi visita a su comunidad o en línea. Una vez más, no dude en ponerse en contacto conmigo para organizar dichos grupos.
¡Con mi gratitud y oraciones al abrir y conmemorar el centenario de CNEWA!

Peter I. Vaccari
Presidente
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