Una vez más, nos encontramos en el Tiempo de la Creación, del 1 de septiembre al 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís. El tema de la celebración de este año es: “Esperanzar y Actuar con la Creación».
El Tiempo de la Creación es como un árbol muy grande. Su tronco, ramas y hojas son grandes, impresionantes y, afortunadamente, cada vez más evidentes para cada vez más personas. Sus raíces, sin embargo, aunque no son tan obvias, son igualmente vastas y se basan en muchas fuentes diversas.
Algunos remontan el Tiempo de la Creación a Demetrio, el patriarca ecuménico de Constantinopla, el “primero entre iguales” de las iglesias ortodoxas, que declaró un día de oración por el medio ambiente el 1 de septiembre de 1989. Desde entonces, el patriarca ecuménico ha sido un líder en el compromiso del cristianismo con el medio ambiente.
Sin embargo, al mismo tiempo, personas de todo el mundo se estaban volviendo más conscientes de los desafíos ecológicos que enfrenta la humanidad. En 1992, las Naciones Unidas convocaron la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Fue la primera de varias conferencias de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente, que intentó aumentar la conciencia sobre el problema del cambio climático y hacer un llamado a las naciones para que respondan a los desafíos que el cambio climático plantea a toda la humanidad.
El Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra se interesó por el “Tiempo de la Creación” desde el principio y desempeñó un papel decisivo en la ampliación del día de oración del patriarca ecuménico a una observancia de un mes de duración.
En 2015, el Papa Francisco publicó la encíclica “Laudato Sí’”. El título de la encíclica fue tomado de las primeras líneas del “Cántico de la Creación” de San Francisco de Asís: Laudato Sí’. El subtítulo de la encíclica es “Sobre el Cuidado de la Casa Común”. Significativamente, el Papa Francisco escribió la encíclica en estrecha colaboración con el sucesor de Dimitrios como patriarca ecuménico, Bartolomé.
Sin embargo, las raíces y ramas del “árbol” no quedaron dentro de los confines del cristianismo. El llamado de la encíclica a proteger “nuestra casa común” tocó la fibra sensible de los miembros de todas las grandes tradiciones de fe del planeta, así como de aquellos que no se identifican con ninguna tradición de fe.
En los 35 años transcurridos desde que el patriarca ecuménico Demetrio convocó un dEia de oración por el medio ambiente, el Tiempo de la Creación se ha convertido en un verdadero movimiento mundial. Está claro que eso es algo para celebrar. Sin embargo, la celebración no es suficiente. El desafío que Demetrio y millones de personas vieron persiste. Sería trágico que el Tiempo de la Creación se convirtiera sólo en otra “observancia”. Los peligros a los que se enfrenta nuestro planeta han empeorado desde 1989.
El tiempo entre el 1 de septiembre y el 4 de octubre no es simplemente un tiempo para “observar” ni, para el caso, simplemente un tiempo para orar, por muy importante que eso sea. Es el momento de volver a comprometerse y de elaborar estrategias sobre lo que el Papa Francisco llama “el cuidado de la casa común”. A diferencia de muchas observancias que recuerdan eventos pasados, el Tiempo de la Creación nos lleva al futuro, un futuro diferente, mejor y más sostenible.