Lea en este extracto de «Seeking Christ, Serving Christ”, como jóvenes mujeres dedican sus vidas al servicio en dos congregaciones religiosas en la India. El artículo completo, disponible sólo en inglés, se publicó en la edición de septiembre 2022 de la revista ONE.
Las Hijas de María es una comunidad misionera de la Iglesia Católica Siro-Malankara fundada en 1938.
Las hermanas dirigen orfanatos, residencias para personas mayores, centros de cuidados paliativos y hogares para niños con necesidades especiales físicas e intelectuales. Aunque están centralizadas en Kerala, las hermanas trabajan en varios estados indios, incluyendo Maharashtra en el oeste de la India, Tamil Nadu, en el extremo sureste del país, y Punjab.
Quince hermanas sirven en la casa central, que también sirve como noviciado para 12 mujeres en formación.
La hermana Lydia Pichalakkattu es la superiora general de la congregación responsable de más de 1.000 hermanas en 192 conventos. Ella obtuvo su doctorado en teología en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino-Angelicum en Roma. Pero lo más resaltante de la hermana Lydia es su compostura tranquila y firme, evidencia de su fe, en la que confía para ayudarla a manejar las pesadas responsabilidades que vienen con su posición de liderazgo.
“Estoy muy feliz en mi vida religiosa. Es una vida de paz, silencio y oración”, dice. “Cuando amamos a Jesús tan íntimamente, nuestro corazón se llena de su amor y somos iluminados por su luz”.
Ella tiene dos hermanas y cuatro hermanos. Su hermano menor es un sacerdote jesuita; su hermano mayor es sacerdote diocesano.
“Mi familia era piadosa y orante”, recuerda.
“Como hermana, se nos enseña a meditar, contemplar y experimentar la presencia de Dios”, dice ella. “Por supuesto, pasamos por todas las emociones que otras personas pasan, pero sabemos cómo conversar con Jesús. Lloro con él, me quejo con él, le pido protección. Nunca me decepciona”.
La hermana Lydia cree que ser una mujer religiosa la ayuda enormemente a ella y a sus compañeras hermanas a llegar a las personas y comunidades, especialmente a aquellas que están marginadas y vulnerables en la sociedad altamente estratificada de la India.
“La gente confía en nosotras. Se abren a nosotras y nos hablan de sus dificultades”, dice. “Visitamos a las familias, oramos por ellas y compartimos sus penas y alegrías. Entonces podemos ayudarlos, ya sea asesorándolos o brindándoles apoyo financiero, si lo necesitan”.
“La confianza y el acceso que tenemos como religiosas a las personas y las familias, incluso ni los sacerdotes lo tienen”, dice. “Somos muy afortunadas”.
En Thrissur, a unas 175 millas al norte de Thiruvananthapuram, se encuentra el generalato de la Congregación de Santa Marta.
Fundada en 1948, la comunidad católica siro-malabar de mujeres trabaja en otros estados indios, incluidos Maharashtra, Tamil Nadu y Odisha en el este de la India, en la Bahía de Bengala. El lema de la congregación es “El amor sirve”.
La hermana Remya Pulickal ha sido miembro de las Hermanas de Santa Marta durante 27 años; ella ha sido miembro del equipo de formación durante los últimos tres años. Ella recuerda sus propios años de formación, y recuerda haber escrito cartas a sus patrocinadores, benefactores de CNEWA que la apoyaron en el noviciado.
“No sabíamos bien inglés, pero escribíamos cartas agradeciendo a nuestros patrocinadores extranjeros por sus donaciones”, dice.
“La vida de oración que tuvo mi madre siempre nos dio mucha fuerza como familia”, añade. Su hermana mayor, Lissia, también es hermana religiosa.
“Cuando tuve que decidir dedicar mi vida a Jesús, mi madre me dijo que la vida religiosa no era fácil, pero que tenía que tomar mi propia decisión”.
Antes de entrar, la hermana Remya solo tenía un pensamiento: “Quiero ser hermana. Quiero orar por los demás. Quiero servir a los demás”.