Me gustaría compartir algunas palabras sobre mis familiares que se han visto afectados por la guerra.
Desafortunadamente, varios miembros de mi familia extendida han resultado heridos, desplazados o muertos.
El 17 de julio, mi tía, Fumia Ayyad, una respetada maestra jubilada, murió en un bombardeo que cayó en la Iglesia de la Sagrada Familia, que albergaba a civiles. Nuestro amigo Saad Salameh también murió en el mismo ataque, y otros resultaron heridos, incluyendo al padre Gabriel Romanelli.
En ese mismo trágico incidente, Najwa Ayyad, prima de mi padre, también fue asesinada.
Al igual que muchas familias en Gaza, nos hemos visto profundamente afectados, psicológica, física y económicamente.
A pesar del dolor, estamos tratando de seguir siendo resistentes, apoyarnos mutuamente y mantener viva la esperanza.
Mi tía se desempeñó como directora de escuela en las escuelas de UNRWA durante casi 40 años. Fue una orgullosa miembro de la familia Ayyad, casada sin hijos, quien permaneció dedicada a la educación hasta que llegó a la jubilación.
La vida de Najwa Ayad estuvo llena de dolor y pérdida en los últimos años. Había perdido a su hijo, Hani Abu Dahoud, un enfermo renal. La guerra en Gaza lo obligó a mudarse al sur en busca de diálisis, pero nunca encontró una instalación y murió sin tratamiento. Poco después, el esposo de Najwa murió de cáncer, sin acceso a diagnóstico o terapia. La propia Najwa sufrió de múltiples fracturas y tumores, pero no tuvo la oportunidad de recibir la atención adecuada. Irónicamente, la enfermedad no la mató, pero sí un ataque a la iglesia donde se había refugiado.
Saad Salameh fue un hombre amable y comprometido que trabajaba con el Consejo de Iglesias del Cercano Oriente en Gaza. Había sido asignado para cuidar la Iglesia de la Sagrada Familia, el Convento Latino, que se había convertido en un refugio para familias desplazadas. Murió protegiendo a quienes habían buscado refugio de los misiles y los ataques aéreos.
Era soltero y tenía alrededor de 60 años. Mantuvo a todos sus parientes y familia extendida. La mayor parte de su familia había abandonado Gaza antes de esta guerra, se dispersaron por el mundo mientras se establecían en varios países. Murió solo, sin nadie a su lado.
Estas no son solo pérdidas personales. Estas vidas y muertes representan la historia de Gaza hoy: personas que buscan seguridad, curación y dignidad, y que solo encuentran violencia e indiferencia.
A pesar de todo, tratamos de aferrarnos a la esperanza. Nos apoyamos unos a otros, recordamos a nuestros seres queridos y seguimos hablando — porque el silencio sería otro tipo de muerte.
Haga clic aquí para apoyar la campaña de emergencia de CNEWA en Gaza.