El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó: ‘El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí’. Como dice la Escritura: ‘De su seno brotarán manantiales de agua viva’. (Jn 7,37-38).
El 8 de mayo, el cardenal Robert Prevost fue elegido papa, sucesor de San Pedro. Eligió el nombre de León XIV. Oriundo de Chicago es el primer sucesor de San Pedro de los Estados Unidos.
CNEWA-Misión Pontificia da gracias a Dios y a la acción del Espíritu Santo entre los cardenales electores. Pido a nuestros seguidores leer y orar con el discurso del papa León a los participantes del Jubileo de las Iglesias Orientales del miércoles 14 de mayo. En su discurso, hace eco del sentimiento del Papa Francisco, fallecido el Lunes de Pascua, de defender las tradiciones únicas de las iglesias orientales. Además, reconoce la perspectiva que el Papa San Juan Pablo II comparte en su encíclica “Orientale Lumen” sobre el singular papel histórico de las iglesias orientales “como el contexto original donde nació la iglesia”.
Esta edición de ONE en español rinde homenaje al papa Francisco y presenta al papa León XIV a la luz de la misión de CNEWA.
El papa Francisco fue un firme defensor y pastor de las iglesias orientales. En los primeros días de su pontificado, el papa León mostró la misma diligencia por las iglesias orientales, así como por los desafíos y problemas que enfrentan en las regiones del mundo donde trabaja CNEWA y donde la experiencia de la sed física es una historia demasiado familiar.
Y más allá de la sed física, muchas personas en nuestro mundo experimentan formas profundas y diversas de sed. ¿Con qué frecuencia sentimos la sed del desierto por un mayor significado y propósito, la sed de un trabajo adecuado para mantener a nuestras familias, la sed de relaciones significativas? ¿La sed de amar y ser amado? ¿La sed de una vida de mayor virtud, es decir, de prudencia, justicia, fortaleza y templanza? La letanía de nuestra sed podría continuar.
En su encíclica sobre el Sagrado Corazón (“Dilexit nos”), publicada el pasado octubre, el papa Francisco traza el camino bíblico de Dios, que también tiene sed. Sí, Dios tiene sed de abrazar a su pueblo con su amor, prometiéndole el agua vivificante que lo liberará del desierto y lo purificará de sus pecados. La culminación de esa sed divina llega en la audacia del misterio de la Encarnación, cuando Dios se hace uno como nosotros en todo, ¡excepto en el pecado! El cumplimiento del plan de Dios llega, como afirma la encíclica: “Contemplamos su costado abierto, de donde brotó el agua del Espíritu … El costado traspasado es al mismo tiempo la sede del amor, un amor que Dios declaró a su pueblo con tantas palabras diferentes”.
La bula de convocación que declara el Jubileo Ordinario de este año vincula la virtud de la esperanza con el Sagrado Corazón de Jesús: “La esperanza efectivamente nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz”.
En la reflexión y meditación orante sobre el significado del Sagrado Corazón de Jesús, Jesús crucificado y resucitado da origen a la esperanza y debería llevarnos a estar dispuestos a dar la vida por los demás. La tradición patrística de la Iglesia católica es consistente, clara, convincente y desafiante. Como se expresa en “Dilexit nos”, Cristo satisface nuestra sed en lo más profundo: “Nuestra unión con Cristo no solo tiene como propósito saciar nuestra propia sed, sino también convertirnos en manantiales de agua viva para los demás”.
Esta edición de ONE destaca la dinámica y las consecuencias de una auténtica espiritualidad arraigada en el Sagrado Corazón de Jesús, que nunca nos permite cansarnos de acercarnos a los más vulnerables y sedientos. Michael J. La Civita, director de comunicaciones y marketing de CNEWA y director ejecutivo de esta revista, desarrolla la dirección de la misión de CNEWA, comprometida con una teología encarnacional de la justicia social católica, independientemente de los cambios geopolíticos internacionales.
Las crisis en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza siguen siendo motivo de gran preocupación. CNEWA-Misión Pontificia denuncia a todos los grupos extremistas, incluido Hamás, y aboga por un alto al fuego y el retorno inmediato de todos los rehenes. Se debe garantizar el derecho al autogobierno y la seguridad de Israel y Palestina. El artículo sobre Cisjordania pregunta: ¿Cuál es el futuro del pueblo palestino? ¿Qué incentivos se pueden ofrecer a los palestinos para que permanezcan en lugares como Belén?
El artículo de Siria informa sobre cómo la iglesia se mantiene firme en su compromiso de ayudar a los niños necesitados. En mis visitas a Siria, he presenciado el trauma vivido por personas de todas las edades que experimentaron una guerra civil de 14 años, COVID-19, la caída del régimen de Asad y la presencia continua de grupos extremistas que luchan por controlar todos los aspectos de la vida. ¿Dónde buscan esperanza?
La situación en el Líbano, Jordania e Irak es delicada y tensa. La geopolítica interna de estos países se ha visto aún más afectada por los recortes a la ayuda exterior estadounidense. CNEWA no recibe ayuda exterior estadounidense. Sin embargo, otras agencias se han visto directamente afectadas por la reducción o eliminación de estos fondos. Esta edición aborda el impacto de estos recortes en nuestros socios y la creciente demanda de asistencia que CNEWA ha recibido desde entonces.
Junio está dedicado a cultivar una relación personal más sólida con Jesús a través de una sana devoción a su Sagrado Corazón. De esta relación surge la virtud de la esperanza. Además, estamos llamados a ser agentes de esperanza. Esta edición trata sobre esa realidad tal como se vive en el mundo de CNEWA.
La esperanza no se trata de sueños, metas y deseos personales. Se trata de nuestra sed del Reino de los Cielos y de la vida eterna. Se trata de nuestra tarea de traer ese reino, aquí y ahora, a nuestro mundo para que las palabras que rezamos cada día —“Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”— nos interpelen.
“¡Corazón de Jesús, esperanza de aquellos que mueren en ti, ten piedad de nosotros!” (Letanía al Sagrado Corazón)
Con mi gratitud y oraciones,
