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El “Hilo de la Humanidad” Mantiene Unidos a Habitantes de Gaza

Las clínicas, las aulas y las iglesias de Gaza perseveran a pesar de los continuos bombardeos y las amenazas de destrucción.

Las calles de Gaza ya no parecen calles. Se han convertido en escombros. Las tiendas de campaña han reemplazado a las casas. El hambre flota en el aire como polvo.

Sin embargo, en este contexto de colapso, sigue habiendo personas que eligen no darse por vencidas. Personas que se despiertan cada mañana, incluso después de haber perdido sus hogares y a seres queridos, y deciden servir a los demás antes que a ellos mismos. Entre ellos se encuentran el personal del Consejo de Iglesias del Cercano Oriente, los voluntarios de la Fundación Spark para la Innovación y la Creatividad, y la pequeña pero estable comunidad de iglesias cuyos muros continúan albergando a los desplazados, a pesar de las órdenes generales de evacuación emitidas por las Fuerzas de Defensa de Israel. Su trabajo es frágil, sus recursos escasos, pero siguen siendo un hilo de humanidad que mantiene unido a un pueblo empujado a la hambruna y al borde del abismo.

El Consejo de Iglesias del Cercano Oriente, conocido por la mayoría como NECC por sus siglas en inglés, ha sido parte de la vida de Gaza durante generaciones. Fundada en 1952, una vez operó tres clínicas de salud en la franja subsidiadas por CNEWA que atendían a madres y niños, trataban enfermedades crónicas y ofrecían servicios de salud familiar. Durante décadas, sus clínicas fueron refugios seguros en un lugar donde la atención médica siempre estaba bajo presión. Pero después del estallido de la guerra entre Israel y Hamás en octubre de 2023, esos refugios se han convertido en objetivos. Dos clínicas fueron destruidas o dañadas, el personal fue desplazado y el sistema de salud se desmoronó. Se vio obligado a trasladar su sede cuatro veces.

Aún así, NECC no se detuvo. Se lanzaron clínicas móviles, se abrieron pequeños puntos médicos y el personal que había perdido sus propios hogares continuó atendiendo a extraños

“En noviembre de 2023, ya estábamos operando servicios de emergencia para personas desplazadas”, dijo Lubna Saba, coordinadora de programas de NECC. 

“Examinamos a niños menores de 5 años para detectar anemia y desnutrición, proporcionamos suplementos cuando podemos, atendemos a mujeres embarazadas y madres primerizas, y continuamos el tratamiento para la diabetes y la hipertensión. Todos los días, entre 250 y 300 personas siguen acudiendo, incluso ahora, para recibir los servicios más básicos”.

El trabajo ha exigido sacrificios que ningún profesional de la salud debería tener que hacer. “Nos vemos obligados a tomar decisiones imposibles”, dijo Saba. “¿Quién recibe lo poco que tenemos? ¿Qué niño recibe la última galleta nutricional? ¿Qué paciente debe irse sin medicamentos? Ningún trabajador de la salud debería enfrentar esto, pero no podemos rechazar a la gente”.

En el abarrotado campo de refugiados de Nuseirat, situado en el centro de la Franja de Gaza, In’am Abu Rukba supervisa uno de los puntos médicos más recientes de NECC, establecido en septiembre de 2024, después de que la organización se viera obligada a trasladarse de Rafah. 

Un hombre habla ante un grupo de mujeres jóvenes con hiyabs sentadas alrededor de una mesa en un piso de tierra.
El programa “Estrellas del Mañana” de Spark ayuda a niños en edad escolar a lidiar con la presión y la destrucción que los envuelve. (foto: Diaa Ostaz)

“Todos los días, más de 400 personas vienen aquí: niños con desnutrición, madres que necesitan atención prenatal, pacientes que necesitan tratamiento dental”, dice. “Incluso tratamos de brindar apoyo psicológico a los niños, pero nuestro personal está constantemente desplazado y trabajamos bajo bombardeos”. 

«Todo nos afecta, nuestra seguridad y nuestra salud mental, pero a pesar de todo, persistimos. El trabajo debe continuar”.

Los suministros llegan esporádicamente, a veces a través de la Organización Mundial de la Salud, UNICEF o el Ministerio de Salud de Gaza, y nunca son suficientes. El personal está agotado. Sin embargo, las puertas de la clínica permanecen abiertas durante al menos cinco horas cada día.

Mientras que NECC atiende el cuerpo, la Fundación Spark para la Innovación y la Creatividad se ha hecho cargo de las heridas de la mente. En Gaza, donde las escuelas han sido derrumbadas y los niños han pasado años sin aulas adecuadas, Spark se ha convertido en una pequeña luz en la oscuridad. 

“Recientemente trabajamos en el Proyecto Estrellas del Mañana, apoyado por CNEWA-Misión Pontificia en Jerusalén”, dice el coordinador del proyecto, Ahmed al-Dayeh. “Abrimos un espacio educativo en Deir al-Balah para estudiantes que perdieron su derecho a la educación. Adoptamos un tipo de aprendizaje no estructurado para que coincida con su estado psicológico y lo combinamos con los planes de estudio del ministerio cuando es possible”.

Spark estableció su centro en Deir al-Balah después de haber sido desplazado otras tres veces desde que comenzó la guerra. El papel, los lápices y los libros siguen siendo escasos. Los estudiantes se mudan de una tienda de campana a otra ya que sus familias son desplazadas repetidamente. Sin embargo, el espacio de Spark ha permitido que docenas de niños pequeños continúen aprendiendo cada día y adquieran habilidades para hacer frente a la devastación que los rodea. 

La organización organiza actividades y talleres de arte que le permiten a los niños volver a ser niños, así como sesiones de terapia grupal. También ofrece programas de desarrollo personal y actividades dirigidas a adolescentes y adultos jóvenes, como la autogestión, la toma de decisiones y la resolución de problemas.

Cuatro madres con hiyabs están sentadas cargando a sus hijos.
Madres con sus hijos esperan para ver al médico en una clínica temporal operada por NECC. (foto: Diaa Ostaz)

Nagham al-Louh, de 17 años, dice que Spark es más que un espacio educativo; es un salvavidas. 

“Esta fundación es el único lugar que nos sacó de la atmósfera de guerra”.

“Nos dio algo de la vida que teníamos antes. En las tiendas de campaña, todo es presión, nada se siente seguro. Spark nos dio alivio, risas, esperanza. Quiero que se quede con nosotros siempre”.

Mientras tanto, las pocas iglesias de Gaza se han convertido en refugios de último recurso. Sus patios y pasillos están llenos de familias que no tienen nada solo pesares. Los líderes de la iglesia distribuyen paquetes de alimentos y agua limpia cuando están disponibles y mantienen los santuarios abiertos para la oración. La fe se ha convertido tanto en el ancla como en el combustible de la supervivencia.

“No tenemos nada extra que dar, solo lo poco que temenos”, dijo un líder de la iglesia bajo condición de anonimato por razones de seguridad. 

“Pero la iglesia siempre ha sido un lugar de refugio. Oramos con los que tienen miedo, lloramos con los que están de duelo y compartimos el pan incluso cuando tenemos hambre. La fe nos dice que en el sufrimiento, Dios todavía está con nosotros. Así es como sobrevivimos”.

El contraste entre el pasado y el presente es marcado. Antes de la guerra, las clínicas de NECC y las aulas de Spark ofrecían una sensación de normalidad, aunque frágil. Las familias iban a sus chequeos médicos, los niños jugaban en las escuelas, los maestros planificaban exámenes. La vida bajo el bloqueo era difícil, pero aún mantenía el ritmo. Después de la guerra, las clínicas se convirtieron en tiendas de campaña, las escuelas se convirtieron en recuerdos y la supervivencia diaria reemplazó la esperanza a largo plazo. Más allá de la pura necesidad, la fe sostiene a estas organizaciones.

“A veces me pregunto cuánto tiempo podremos continuar”, dice Saba de NECC. “Pero luego veo a las madres, a los niños, a las familias. No podemos parar”.

La señora Rukba de Spark lo expresó simplemente: “El trabajo continúa y debe continuar”. 

El periodista Diaa Ostaz informa desde Gaza.

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