CNEWA Español

Revista ONE

La publicación oficial de
Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente

Por más de 50 años | Dios • Mundo • Familia Humana • Iglesia

Una Carta Desde Armenia

Caritas Armenia, lleva luz a los hogares desde hace 30 años

Caritas Armenia celebra su 30 aniversario. Muchas cosas han cambiado. 

En mis 28 años en Caritas, recuerdo los primeros esfuerzos por ayudar a quienes lo perdieron todo. Un terremoto de magnitud 6,8 sacudió el norte de Armenia el 7 de diciembre de 1988. Mató unas 60.000 personas, hirió otras 130.000 y derribó hogares y lugares de trabajo y culto.

La gente había perdido la esperanza en el futuro, pero su sentido de orgullo y dignidad les impedía pedir ayuda, a pesar de las deudas en las que incurrían para satisfacer las necesidades básicas de sus familias.

Caritas Armenia hizo un enorme esfuerzo para explicar que organizaciones benéficas, como la nuestra, se fundaron para ayudarlos a salir de una situación desesperada. 

Armenia se independizó de la Unión Soviética en 1991, y dos años después Azerbaiyán impuso un bloqueo, causando dificultades adicionales.

En ese momento, Caritas Armenia todavía estaba aprendiendo cómo responder a la pobreza repentina y la exclusión social, y cómo ayudar a las personas enfrentar sus luchas y atender sus necesidades diarias de alimentos, medicinas y abrigo. Más importante, estábamos aprendiendo a estar con y escuchar a los necesitados.

 

Dos chicas que llevan puestas camisetas de Caritas están bailando.
En Gyumri, Caritas Armenia ofrece comidas para niños, actividades extraescolares y apoyo psicosocial en el Centro El Principito. (foto: Nazik Armenakyan)

Con el tiempo, entendimos que nuestros esfuerzos no serían sostenibles ofreciendo solo ayuda de emergencia. Con apoyo de nuestros socios, trabajamos hacia el desarrollo organizacional, introduciendo regulaciones para gestión de proyectos y rendición de cuentas. Desarrollamos estrategias a largo plazo y aseguramos presupuestos para su implementación. Creamos programas duraderos: centros diurnos y atención domiciliaria para ancianos; actividades extraescolares y apoyo psicosocial para niños; apoyo en matrículas para estudiantes con padres enfermos o desempleados.

Aunque las necesidades han cambiado, la misión de la rama caritativa de la Iglesia católica en Armenia es la misma: promover la dignidad y el desarrollo de personas y comunidades, especialmente las más vulnerables, con amor y compasión.

Coordinamos nuestras actividades con la iglesia local, para que una familia de un pueblo fronterizo no sea invisible ni una abuela que vive sola olvidada.

Nuestras parroquias son pequeñas fuentes de misericordia; el padre conoce los nombres y las necesidades de cada parroquiano, y los jóvenes adultos voluntarios cuidan de los vecinos que viven solos.

Colaboramos con la familia cristiana en general y con autoridades locales y grupos cívicos, porque el amor no pide exclusividad; pide efectividad. La primera visita a una familia en dificultades suele ser de un miembro de Caritas o un voluntario de la parroquia local, que lleva no solo asistencia sino también el mensaje: “No estás solo”.

Dos chicas adolescentes juegan con tres bebés.
En Gyumri, Caritas Armenia ofrece comidas para niños, actividades extraescolares y apoyo psicosocial en el Centro del Principito. (foto: Nazik Armenakyan)

Nuestros programas para personas mayores me han enseñado que “cuidar” a menudo significa restaurar lo ordinario. Ayudamos con medicinas y alimentos, pero también reconstruimos los ritmos cotidianos que la enfermedad y el aislamiento erosionan: un almuerzo caliente, ejercicio ligero y una clase de manualidades, una bendición del párroco en días festivos y conversaciones sobre valores cristianos y humanos.

En la atención domiciliaria, nuestras enfermeras y cuidadores llevan no solo vendajes y glucómetros; ofrecen un oído atento y empatía a la persona mayor. Un anciano me dijo una vez: “Traes la clínica a mi sala, y también traes luz”.

Llena de humildad ver cómo una visita, un calentador o una llamada nocturna pueden convertir la ansiedad en paz. Los ancianos a los que servimos construyeron este país a través de las dificultades. No deberían tener que elegir entre medicina, calor o comida. Gran parte de nuestro trabajo consiste simplemente en hacer innecesaria esa elección.

En el Centro El Principito, otro proyecto de Caritas, mi esperanza se renueva. La primera vez que los niños llegan al centro, a menudo están callados, o tímidos. Pero luego encuentran su voz, su equilibrio, su forma de aprender. Nuestro equipo combina terapias con juegos, invita a los padres a aprender junto a sus hijos y trabaja con las escuelas, para que la inclusión no sea una teoría, sino que se concrete, con un horario y un asiento en un pupitre escolar.

Recuerdo un niño que no entraba al aula sin tomar la mano de su madre. Después de meses de trabajo coordinado por el equipo, ahora entra solo, guarda la silla de al lado para un amigo y muestra interés en el programa y confianza en sus maestros.

La educación está inmersa en nuestro trabajo. La ayuda con las matrículas rara vez cubre grandes cantidades, pero puede tener un impacto decisivo. Pienso en estas subvenciones como regalos de tiempo: le damos a la familia del estudiante tiempo para recuperar su equilibrio, por lo que el futuro de un niño no se vende para pagar las facturas de hoy.

Un grupo de mujeres mayores sentadas en una mesa y jugando juegos de mesa.
En Gyumri, Caritas Armenia gestiona un centro diurno para personas mayores, donde pueden socializar, descansar y encontrar apoyo. (foto: Nazik Armenakyan)

Los inviernos en Armenia son severos y nuestro programa “invierno cálido” sin duda ha salvado vidas: lo que comenzó como entregas de emergencia de carbón y leña se ha convertido en un esfuerzo más amplio para reducir la pobreza energética. En algunos hogares, ayudamos a instalar insulación y financiamos reparaciones simples; en otros, combinamos la asistencia para pagar las facturas de servicios públicos.

Nuestra gestión de casos, mejorada en los últimos años, asegura que cuando alguien llega a Caritas, adoptemos un enfoque integral para evaluar el panorama más amplio y caminamos con ellos a través de los programas, en vez de darles un número de teléfono y desearles suerte. Hemos ampliado el apoyo psicosocial, porque el trauma y la soledad rara vez aparecen en un formulario de admisión.

“Diseñamos programas escuchando a las familias y comunidades; medimos los resultados, porque la rendición de cuentas honra a nuestros donantes y a nuestra gente”.

Treinta años después, nuestras tres necesidades más urgentes incluyen proteger la dignidad de nuestros mayores, muchos de los cuales viven solos y con ingresos fijos, mientras los precios aumentan y sus hijos migran al extranjero. Debemos asegurarnos de que sus hogares estén calientes, que sus medicinas se tomen según lo prescrito y que sus días incluyan compañía.

Segundo: la inclusión de niños y jóvenes que corren el riesgo de quedarse atrás, especialmente aquellos con discapacidades, de familias vulnerables o en áreas rurales donde los servicios son limitados o inexistentes. La inclusión requiere terapeutas, maestros capacitados, materiales de adaptación y una comunidad de pacientes. 

Tercero: la crisis silenciosa de la salud mental. La ansiedad, el dolor y el aislamiento están muy extendidos. La iglesia tiene una capacidad única para responder aquí, uniendo el cuidado profesional con el compañerismo espiritual. 

Además, enfrentamos los desafíos conocidos por las organizaciones administradas por la iglesia: mantener personal capacitado cuando los salarios en otros lugares son más altos, servir con consistencia a comunidades de difícil acceso y equilibrar la ayuda urgente con el largo trabajo de prevención.

Una niña está tejiendo.
Una niña aprende a tejer a crochet en el Centro El Principito en Gyumri, Armenia. (foto: Nazik Armenakyan)

A pesar de todo, la respuesta de la iglesia a través de Caritas sigue siendo la misma: presencia, oración y amor práctico, moldeados ahora por tres décadas de aprendizaje. Diseñamos programas escuchando a las familias y comunidades; medimos los resultados, porque la rendición de cuentas honra a nuestros benefactores y a nuestra gente, e invitamos a aquellos a quienes servimos a ser parte de la solución.

Además de describir nuestro trabajo, también escribo esta carta para agradecer a la comunidad de CNEWA, que ha estado con nosotros muchos inviernos y nuevos comienzos. Gracias a ustedes, una enfermera visita una viuda de pueblo remoto; una niña se sienta en un salón de clases y encontrará su voz; un universitario estudiará otro semestre; una familia recibirá el frío con confianza. 

Las necesidades son reales, pero también lo es la misericordia que las satisface. En Armenia, decimos a quienes están con nosotros durante las dificultades: “Ustedes trajeron luz a mi casa”.

Su luz ha multiplicado la esperanza en innumerables hogares. Por eso, y por sus oraciones, estamos profundamente agradecidos.

Lea este artículo en nuestro formato de impresión digital aquí.

Anahit Gevorgyan es la gerente de programas y desarrollo institucional de Caritas Armenia.

Conozca nuestro trabajo y manténgase informado del impacto que brinda su apoyo.

Nous constatons que votre préférence linguistique est le français.
Voudriez-vous être redirigé sur notre site de langue française?

Oui! Je veux y accéder.

Hemos notado que su idioma preferido es español. ¿Le gustaría ver la página de Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente en español?

Vee página en español

Compartir