El lunes 4 de noviembre, CNEWA celebró una sesión informativa y un seminario web sobre la escalada del conflicto en el Medio Oriente, con Michel Constantin en Beirut, director regional para Líbano, Siria y Egipto, y Joseph Hazboun en Jerusalén, director regional para Palestina e Israel. Monseñor Peter I. Vaccari, presidente de CNEWA-Misión Pontificia, y Michael La Civita, director de comunicación y marketing, moderaron el evento en vivo que se llevó a cabo desde el Dillon Hall en la ciudad de Nueva York.
A medida que el conflicto entre Israel y Hamás entra en su 13º mes, el Hazboun ofreció una visión general del impacto en la comunidad cristiana de Gaza, relatando el bombardeo de la iglesia ortodoxa de San Porfirio que mató a 21 personas que se habían refugiado allí, el 19 de octubre, 2023.
“Hubo una destrucción sistémica de la infraestructura y de lo que hace posible la vida en Gaza”, agregó.
El impacto en las instituciones cristianas es indicativo de lo que enfrentan todas las instituciones en Gaza, según Hazboun, quien citó la destrucción de 470 de las 564 escuelas y 17 de sus 36 hospitales de Gaza.
Más de 42.000 personas han muerto en Gaza y más de 120.000 han resultado heridas, dijo.
La situación en Cisjordania también fue una prioridad para Hazboun, ya que unas 4.000 familias cristianas han quedado sin trabajo desde que comenzó el conflicto en octubre pasado, en gran parte debido a las pérdidas en el sector turístico y la inaccesibilidad de las tierras agrícolas.
Además, la mayor separación con el “otro” —tanto desde el punto de vista israelí como palestino— ha aumentado las tensiones existentes, sembrando semillas de miedo y desconfianza, explicó.
“En Jerusalén, la vida parece normal, pero la tensión es insoportable. Hay una ruptura en la relación entre israelíes y palestinos que tardará años en repararse”.
“Siempre lo digo, Jerusalén y Cisjordania y Tierra Santa son el paraíso en la tierra, pero necesitamos paz para que podamos disfrutar de este paraíso, y todo el mundo puede disfrutarlo, no sólo esta fracción de personas o aquella”.
Cuando se le pidió que transmitiera un mensaje a occidente sobre la fatiga en las donaciones y la normalización de la guerra en el Medio Oriente, Hazboun volvió a su petición de paz: “Si ellos están cansados, nosotros estamos cansados, y les pedimos que, por favor, trabajen por la paz”.
Del mismo modo, en el Líbano la paz es una prioridad.
“Sólo necesitamos la paz para poder seguir reconstruyendo nuestro país”, dijo Constantin. “Y se sabe que los libaneses son lo suficientemente resistentes como para volver a rehacer la vida, pero no con toda esta destrucción y toda esta brutalidad”.
A medida que la guerra continúa extendiéndose al Líbano con la escalada de los bombardeos, los desplazados necesitan desesperadamente alimentos, agua potable, combustible y otras necesidades.
Constantin señaló al sur del Líbano, donde el 25% de los edificios han sido destruidos por completo y el 90% de la población ha huido al Monte Líbano, Beirut y el norte.
A muchos de los desplazados solo se les dio 20 minutos para evacuar sus hogares, dijo. Para algunos, como los ancianos que necesitan oxígeno, la ventana de tiempo no fue lo suficientemente amplia para que pudieran huir y fueron asesinados en sus casas.
Además, los habitantes de la ciudad de Deir el Ahmar, en el Valle de la Becá, que suman entre 7.000 y 9.000, han recibido a unas 20.000 personas en sus hogares y escuelas, dejándolas “sin ninguna capacidad para mantener a su familia o a ellos mismos”.
“Durante esta crisis, todavía podemos ver esperanza porque las personas todavía se apoyan unas a otras. Todavía se están ayudando unos a otros desde diferentes grupos religiosos”, agregó, ya que la mayoría de los desplazados en Deir el Ahmar son musulmanes chiítas que encuentran refugio con familias cristianas en una ciudad habitada mayoritariamente por cristianos.
Sin embargo, a medida que se acerca el invierno, las familias y los refugios que han acogido a los desplazados se encontrarán con escasez de alimentos y combustible, ya que agotaron rápidamente sus suministros para ayudar a los desplazados. Las escuelas públicas, donde se refugian unas 400.000 personas, ni siquiera tienen electricidad ni agua.
Vea el seminario web completo a continuación, disponible solo en inglés.
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