Los enfrentamientos sectarios en la región costera de Siria, el bastión de la otrora comunidad alauita de la familia Assad, mataron a más de 1.000 personas en los últimos cinco días, donde más de las tres cuartas partes de los cuales eran civiles, afirmó el equipo de CNEWA con sede en Beirut el martes.
Los informes indican que los alauitas fueron víctimas de unas 30 “masacres” en las provincias de Tartus y Latakia el viernes y el sábado 7 y 8 de marzo. El gobierno dijo que sus fuerzas, muchas de las cuales no son sirias, estaban respondiendo a los ataques de los residuos de militares de Assad y culpó por la violencia a “acciones individuales”. Un número desconocido de civiles alauitas han huido de sus hogares en busca de seguridad en Trípoli, en el norte del Líbano.
El arzobispo maronita Antoine Chbair de Latakia y Tartús señaló que “alrededor de 80 cristianos fueron asesinados a lo largo de estos enfrentamientos”, y agregó que la archieparquía abrió su “parroquia en Banias para que los alauitas y los cristianos se escondieran de las facciones militares”. En otros pueblos, las familias alauitas se escondían en casas cristianas, mientras que otras a lo largo de la costa buscaban refugio en las iglesias.
“Toda la situación se basa en una lucha sectaria”, dijo, “y nadie sabe cuándo será el final de la misma”.
La hermana de los Sagrados Corazones, Fadia Odisho, en Tartús, dijo que “mataron escandalosamente a cientos de personas inocentes en las calles, universidades, casas”, y señaló que “no diferenciaban entre hombres, mujeres, ancianos o incluso niños. Varias gobernaciones se pusieron del lado del pueblo perseguido a través de manifestaciones… pero después fueron atacados y fusilados”.
“Mataron a doctores, farmacéuticos e ingenieros” en una universidad. Tanto la ciudad de Tartús como la de Latakia están cerradas, añadió, y “la gente se está quedando en casa, y los negocios y mercados están cerrados hasta nuevo aviso”.
“La gente corría por las calles con la esperanza de llegar a sus casas a salvo, el número de combatientes era muy significativo y los ataques eran rápidos y despiadados”, dijo el arzobispo greco-católico melquita Georges Khawam de Latakia y Tartus.
“No hay palabras para describir lo que sucedió en las calles, especialmente en los ‘tribunales de campaña’, utilizados como pretexto para matar a la gente de acuerdo con su ley. Estas acciones demuestran que el gobierno no está presente ni es responsable, y que la cultura del matar le gana a la cultura de la paz”.
Agregó que “el gobierno no posee los aspectos de un estado legal y oficial. No hay seguridad, y nos dirigimos hacia el caos y el colapso de la seguridad. La gente ha perdido sus empleos e ingresos, los supermercados están vacíos y los bancos han congelado los fondos de los depositantes’.
“La gente quiere irse del país a cualquier costo”, dijo.
El presidente de Siria, Ahmed al Sharaa, llamó a la paz el domingo, mientras continuaban los enfrentamientos entre fuerzas vinculadas a los nuevos gobernantes islamistas y combatientes de la comunidad alauita de Assad.
“Tenemos que preservar la unidad nacional y la paz interna”, dijo, “podemos vivir juntos”.