El Hospital Psiquiátrico de la Cruz, ubicado en Jal Al Dib, al norte de Beirut, alberga a 800 pacientes, pero solo recibe un puñado de visitantes en un día cualquiera.
“Muchas veces, la familia deja a sus enfermos con nosotros y nos dan una dirección o número de teléfono incorrectos”, por lo que no pueden ser localizados, explica la Hermana Jeannette Abou Abdallah, directora del hospital.
Muchos pacientes actuales fueron abandonados en el hospital cuando eran niños y han pasado toda su vida en las instalaciones, agrega.
Fundada en 1926 y dirigida por las Hermanas Franciscanas de la Cruz, es la única instalación de este tipo en el Líbano que trata enfermedades mentales, que siguen siendo un gran estigma en la sociedad libanesa.
La actual crisis socioeconómica del país se ha sumado a las dificultades que enfrentan las familias para cuidar a un miembro de la familia con necesidades especiales en el hogar, lo que ha aumentado la incidencia de abandonos en el hospital, dice la hermana Abdallah. En estos casos, dejar a un familiar en el hospital es un acto de desesperación y un último recurso.
Sin embargo, el hospital también ha llegado a un punto de ruptura. Desde el año pasado, el Ministerio de Salud del Líbano no ha emitido pagos de transferencia para el 75 por ciento de los pacientes hospitalizados que están cubiertos por el sistema de salud pública.
“Incluso si el ministerio pagara sus cuotas, las 162.000 libras libanesas por paciente por día no son suficientes para cubrir medicamentos, agua, electricidad”, continúa la hermana.
La crisis ha obligado a las hermanas a hacer recortes, como la suspención del mantenimiento del edificio, la reducción del número de camas de 1.000 a 800 y el cierre de su dispensario para pacientes ambulatorios.
“Detuvimos nuestro dispensario porque incluso tenemos dificultades para recolectar la medicina para los enfermos que están en el hospital”, dice ella.
El Líbano ha experimentado una escasez intermitente de medicamentos porque la devaluación de la libra libanesa ha complicado las importaciones.
A pesar de que su personal se ha reducido de 360 a 254 desde que comenzó la crisis financiera del Líbano, el hospital todavía tiene dificultades para pagar los salarios de los empleados cada mes. Esto se debe en gran parte a que los fondos de la congregación de mujeres religiosas, junto con los fondos de la mayoría de las personas en el país, están atrapados en los bancos. Eventualmente, todo el malabarismo de recursos financieros para tratar de llegar a fin de mes tendrá que terminar.
“Tomamos de las reservas, pero las reservas se terminarán en un corto período de tiempo”, dice. “Si el Estado no paga su deuda con nosotros, tal vez tengamos que cerrar”. Entonces, ¿a dónde irán los enfermos?”
Lea más sobre cómo la situación económica del Líbano está afectando a los más vulnerables en “En Caída Libre” en la edición de marzo 2023 de la revista ONE en español.