“En silencio y sin fanfarrias, la Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente (CNEWA) celebró su 50 aniversario a finales de 1974”, señalaron los directores en la segunda edición de la revista ONE, en inglés, en 1975.
“Su dinámico secretario nacional, Mons. John G. Nolan, observó la ocasión de modo cotidiano. Él y sus asociados lanzaron esta nueva publicación, Catholic Near East Magazine. Su objetivo, como ustedes saben, es cultivar entre nuestros lectores una comprensión más profunda del progreso de la iglesia y su pueblo en las tierras del Medio Oriente”.
Mucho ha sucedido en nuestro mundo y en la vida de esta iniciativa especial de la Santa Sede desde que se publicaron esas palabras hace cinco décadas. Para empezar, Catholic Near East Magazine, después de un cambio de nombre temporal a CNEWA World, en la celebración del 75 aniversario de CNEWA en 2001, ahora se llama ONE. Esto refleja, como escribí en la edición de mayo-junio de 2004, “el carisma de la agencia —actuar siempre como si todos fuéramos uno, a menos que nos veamos obligados a encontrar una diferencia”.
“Sin duda, ONE es una publicación católica”, proseguí. “Pero ONE decididamente se opone a la tendencia de la sociedad moderna que busca enfatizar lo que nos divide, ya sea por nacionalidad, etnia, religión, política o valores”.
“Como publicación oficial de CNEWA, ONE reconoce lo que hace que todos los pueblos y religiones sean únicos y lo que todas las personas de buena voluntad tienen en común: el don del amor otorgado por Dios”.
Amor. Qué palabra tan sencilla. Pero, como la palabra “paz”, qué complejas y qué esquivas se hacen estas ideas en un mundo desgarrado por la carencia de ambas. Este año no sólo es el 50 aniversario de ONE en inglés —la publicación en línea de ONE en español se inició en 2023— motivo de auténtica alegría en una era de inestabilidad, sino también aniversario de dos instrumentos del amor de la iglesia universal por un mundo quebrantado: el centenario de la Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente, en Estados Unidos, y el 75 aniversario de la Misión Pontificia para Palestina.
Déjenme explicarlo. El sufrimiento de la humanidad atrapada por la violenta disolución de los imperios ruso y otomano después de la Primera Guerra Mundial conmovió profundamente al Papa Benedicto XV. Él inició la ayuda humanitaria para Asia Menor y Europa, que su sucesor, Pío XI, continuó después de su elección, tras la prematura muerte de Benedicto XV en 1922. Esos esfuerzos incluyeron contactos con líderes católicos en Estados Unidos, como el sacerdote jesuita Edmund A. Walsh y el fundador de los Frailes de la Expiación, el padre Paul Wattson.
Preocupado por las noticias sobre armenios, asirios y caldeos desplazados, y sobre griegos y rusos antibolcheviques buscando refugio en Constantinopla —la capital de ese mundo otomano que se desvanecía—, y conmovido por los pedidos de ayuda del papa, el padre Paul alentó a sus colaboradores a financiar los incansables esfuerzos del obispo greco-católico George Calavassy, quien había reclutado a un capellán militar inglés que trabajaba entre los refugiados, Mons. Richard Barry-Doyle, para ayudarlo a recaudar fondos de emergencia en Estados Unidos.
En diciembre de 1924, el padre Paul, Mons. Barry-Doyle y un grupo de laicos católicos establecieron en Filadelfia la “Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente” para ayudar al obispo Calavassy con los cristianos desplazados del “cercano oriente”. El elocuente programa de conferencias de Mons. Barry-Doyle, titulado “La Llamada del Este”, llenó salas de conciertos en Estados Unidos —incluido el Carnegie Hall de Manhattan— y recaudó importantes fondos para que CNEWA abordara las necesidades de los desplazados en Constantinopla.
Menos de dos años después, el Papa Pío XI unió varias iniciativas católicas con objetivos similares —incluida la CNEWA del padre Paul, de la que era vicepresidente— en una sola agencia pontificia con una junta directiva presidida ex officio por el arzobispo de Nueva York. El papa mantuvo el nombre Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente, centralizando y fortaleciendo así los diversos esfuerzos para las iglesias orientales. En 2026, conmemoraremos la fundación de CNEWA como un programa de la Santa Sede, dirigido inicialmente por el padre Edmund Walsh, S.J.
Casi un cuarto de siglo después de que el Papa Pío XI fundó CNEWA, su sucesor fundó la Misión Pontificia para Palestina en 1949. La Misión Pontificia coordinó la primera ayuda católica mundial para los cientos de miles de refugiados palestinos, que habían huido de sus hogares tras el apresurado retiro en 1948 de las tropas británicas del llamado Mandato Palestino. Pío XII puso el liderazgo y la administración de la Misión Pontificia, entonces vista como una agencia ad hoc, bajo CNEWA. Los pontífices posteriores ampliaron e hicieron permanente su mandato de brindar asistencia y atención a las necesidades de todas las personas vulnerables en el Medio Oriente.
Hoy, CNEWA dirige sus actividades en la región a través de la oficina de la Misión Pontificia en Ammán, que lleva ayuda a Irak y Jordania; en Beirut, al servicio del Líbano y Siria; y en Jerusalén, al servicio de Israel y los territorios palestinos ocupados de Gaza y Cisjordania.
En este año de aniversarios, miraremos hacia atrás y reproduciremos en estas páginas, y en nuestro sitio web en inglés, cnewa.org, algunos artículos favoritos de nuestros lectores, así como artículos destacados en torno a importantes eventos históricos publicados en estas páginas a lo largo de los últimos 50 años, 35 de los cuales he desempeñado diversos cargos, desde asistente editorial hasta director ejecutivo.
Mons. Peter I. Vaccari, nuestro editor, y todo el equipo de CNEWA esperan que estos artículos resulten informativos e inspiradores, como evidencia de la resiliencia del espíritu humano, el poder de la fe y cómo el amor puede transformar y trascender en las vidas de los que tanto lo necesitan.
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