India, alguna vez considerada una tierra que promovía la coexistencia pacífica, ha visto un aumento en la violencia contra las minorías religiosas en los últimos años, incluyendo hacia los cristianos, que representan menos del 3% de la población del país.
La primavera pasada, estalló la violencia en Manipur entre el pueblo Meitei, mayoritariamente hindú, y el pueblo Kuki, predominantemente cristiano. El estado del noreste de la India, en la frontera con Myanmar, es regido por el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (B.J.P.), que también gobierna el parlamento de la India.
Aunque el conflicto étnico de Manipur comenzó antes de la independencia de la India en 1947, en la violencia de mayo de 2023 se la quema de aldeas. Unas 300 iglesias fueron incendiadas y otros 100 edificios de comunidades cristianas, incluido un colegio teológico, fueron destruidos.
Las últimas cifras, publicadas en enero, indican que murieron unas 200 personas en ambos lados del conflicto. De ellas, al menos 87 eran cristianos kuki. La violencia comunitaria desplazó a unas 50.000 personas, en su mayoría cristianos.
A pesar de las frecuentes noticias sobre violencia comunitaria en el país, las estadísticas publicadas por la Oficina Nacional de Registros Criminales de la India en diciembre de 2023 para el año anterior muestran que la violencia comunitaria está disminuyendo, con solo 272 casos registrados en 2022, de 378 en 2021, y 857 en 2020. Las cifras de 2023 no estaban disponibles en el momento de la publicación.
Mientras el gobierno informa que los disturbios comunales están en su punto más bajo, algunos medios indios informan que las tensiones étnicas están en su punto más alto.
“En Kerala, las cosas están bien por ahora”, dice el padre Peter Kannampuzha, de la Archieparquía de Ernakulam-Angamaly de la Iglesia católica siro-malabar. “No nos afectan ni el discurso odio ni el comunalismo. Pero estamos preocupados por lo que pasó en Manipur, los ataques a las iglesias”.
El padre Kannampuzha es el director de catequesis y educación moral de la archieparquía, situada al sur en Kerala, a más de 2.000 millas de Manipur. Aún así, cualquier persecución religiosa se siente cerca para la minoritaria comunidad cristiana de la India.
“Cuando ocurren incidentes como el de Manipur, nos da cierta ansiedad”, afirma. “Como cristianos, oramos por la paz, la armonía y el progreso de la nación”.
El padre Kannampuzha dice que los cambios en el sentir religioso en el país, y la vida familiar en general, han impactado la forma en que la iglesia enseña la fe y capacita a los ministros laicos.
El mayor cambio social ha sido la sustitución de la tradicional familia india extendida, donde al menos tres generaciones viven juntas, por la familia nuclear.
Cada vez más, una niñera cuida a los pequeños en lugar de a sus abuelos. Hombres y mujeres esperan más tiempo para casarse y tener hijos. Las mujeres se han vuelto más independientes financieramente, una mayor riqueza ha traído un aumento de la cultura de consumo y un número cada vez mayor de jóvenes se van al extranjero para estudiar o trabajar.
“A medida que cambian las necesidades de las familias cristianas en la India, la iglesia también tiene que evolucionar”, dice el padre Kannampuzha. “Como el teléfono inteligente ha quitado el tiempo compartido en las comidas familiares, necesitamos reunir a los miembros de la familia en la liturgia. Si los abuelos ya no están presentes, los catequistas deben reemplazar la sabiduría de los ancianos”.
La archieparquía organiza reuniones periódicas, retiros y programas de formación en cada uno de sus 16 decanatos para 5.287 catequistas voluntarios, en su mayoría laicos, incluidas muchas mujeres con carreras profesionales. El padre Kannampuzha supervisa la formación, y las 306 clases de catecismo de la archieparquía, con una matrícula total de 65.206 niños y adolescentes.
“Tenemos sesiones interactivas sobre cómo se debe enseñar el catecismo en la sociedad actual”, explica. “Hablamos de la visión de la iglesia; cómo manejar a los niños y nuestras responsabilidades como cristianos y ciudadanos de la India”.
“Siempre queremos que nuestros catequistas se sientan apoyados. La iglesia toma muy en serio la capacitación de los ministros laicos porque son ellos quienes hacen el trabajo de la iglesia”, agrega.
En respuesta a las tensiones religiosas en el país, la iglesia está trabajando para promover la armonía comunitaria y el secularismo, entendido en la India como la igualdad de todos los individuos independientemente de su afiliación o creencia religiosa.
“Alentamos a los niños a amar a Dios y a sus semejantes, independientemente de su religión o raza”, dice.
Para poner en práctica ese amor, la archieparquía ha introducido el programa “Adopta una familia”. Los estudiantes de secundaria que participan en el programa de catecismo se agrupan para cuidar de familias locales necesitadas que tal vez no compartan sus creencias religiosas. Ayudarán a estas familias durante dos años con alimentos, medicinas y ropa.
“Los estudiantes trabajan a tiempo parcial para apoyar a su familia elegida”, dice el padre Kannampuzha. “Es una excelente manera para que aprendan a cuidar, compartir y hacer la obra de Dios”.
Los estudiantes del último año de secundaria participan en un programa llamado “Karuthal”, una palabra malayalam que significa “cuidado”. Se les anima a compartir su comida en Navidad con una familia necesitada.
“Hablamos con los estudiantes sobre la felicidad que se obtiene al ayudar y sacrificarse por los demás”, dice el padre Kannampuzha. “Como cristianos, tienen que conocer el Evangelio y cómo aplicarlo en la vida cotidiana”.
“Convertimos a nuestros estudiantes de catequesis en líderes”, añade. “El liderazgo en la escuela, la política, la educación y la iglesia es importante”.
Las relaciones comunitarias en Millupady, un barrio predominantemente musulmán en Aluva, a unas 10 millas al noreste de Ernakulam, no siempre fueron cordiales, dice el padre Paul Pothanattuvelayil, O.F.M. Conv. El padre es rector del Seminario Kolbe Ashram de los Franciscanos Conventuales en Millupady.
Él recuerda cómo un desastre natural ayudó a cambiar las cosas. En 2018, Kerala fue devastada por las lluvias más intensas en casi un siglo. Al menos 400 personas murieron en las inundaciones y muchas más desaparecieron.
“Invitamos a todos a buscar refugio en el seminario. Unas 300 familias musulmanas estuvieron aquí mientras las lluvias azotaban y la gente perdía sus hogares”, dice. “La gente se quedó aquí todo el tiempo que quiso. Les dimos comida, ropa y medicinas”.
El seminario siguió brindando ayuda incluso después de que la vida volvió a la normalidad.
“Eso cambió todo. La gente entendió que éramos decentes y que estábamos aquí para ayudar”, dice.
Hoy en día, las parejas musulmanas acuden a los jardines del seminario para tomarse las fotografías de su boda.
“Somos todos muy amigables”, dice.
A medida que la población india sigue creciendo y su sociedad evoluciona, aumenta la necesidad de comprensión, tolerancia y diálogo entre las comunidades religiosas, insiste.
“En la India, las necesidades de la comunidad están cambiando rápidamente”, afirma. “Atrás quedaron los días en que una ciudad o pueblo era homogéneo. Las comunidades están más mezcladas ahora. Tenemos que afrontar los conflictos con simpatía y empatía.
“La iglesia entiende eso. Nos estamos involucrando más con otras comunidades. El diálogo es muy necesario y más riguroso”.
La formación sacerdotal también debe responder a las formas en que los cambios sociales en la India han impactado a los candidatos al seminario, dice el rector.
“Hoy en día, los niños y jóvenes están expuestos al mundo gracias a sus teléfonos inteligentes. Hay más conciencia de lo que quieren, de cómo pueden lograr sus objetivos”, afirma. “Ahora es muy difícil convencer a un joven de vivir una vida de servicio en la que lo primero que hay que renunciar durante el entrenamiento es su teléfono inteligente”.
Se necesitan mejores modelos para una nueva generación de clérigos, añade.
“Necesitamos formadores humanos, vulnerables, abiertos y que no rehuyan al diálogo. Los jóvenes seminaristas necesitan atención y alguien que comprenda sus preocupaciones y dilemas. Atrás quedaron los días de sacerdotes estrictos y órdenes a gritos”.
La hermana Reshma, C.S.N., es la maestra de cuatro novicias en la Casa del Noviciado de Nazaret, en el sur de Angamaly. El convento de la Congregación de las Hermanas de Nazaret, de 40 años de antigüedad, es muy tranquilo, excepto por el ocasional tren que pasa.
“Antes, las novicias solían unirse jóvenes, cuando tenían 15 o 16 años”, dice la hermana Reshma. “Ahora son mayores. Vienen después de obtener su título universitario y, en algunos casos, después de su posgrado”.
La hermana Reshma recibe orientación de los obispos locales sobre el programa de formación y el plan de estudios para novicias, que ahora pone más énfasis en la autoconciencia y el bienestar psicológico en comparación con años anteriores. Como parte de una nueva iniciativa, una hermana mayor visitará a las novicias semanalmente para comprobar su salud mental y bienestar.
“Este es el apoyo más importante que brindamos a las jóvenes que continuarán haciendo la obra de Cristo”, dice la hermana Reshma. “Hemos descubierto que las novicias necesitan más que nunca antes empatía, apoyo, afecto y comprensión de nuestra parte”.
La hermana ha observado cómo los cambios en las familias cristianas en la India han impactado las vocaciones y la formación vocacional.
“No hace mucho, la formación espiritual empezaba en casa, las familias rezaban juntas. Ya no tanto”, dice. “Hoy en día, más personas resultan heridas y enfrentan traumas causados por sus circunstancias y familias, por ejemplo, haber sufrido abusos cuando eran niños”.
Además, a medida que las jóvenes tienen más opciones profesionales en la India, “ser hermana ha caído muy abajo en esa lista. Las mujeres tienen que llegar a ver el servicio también como una opción profesional”.
El programa de formación del noviciado también da “mucha importancia al secularismo”, dice la hermana Reshma.
“India es un país de miles de millones y hay comunidades y religiones variadas. Preparamos a nuestras novicias no sólo para una vida del Evangelio, sino también para afrontar las circunstancias difíciles que existen en nuestro país”.
En un esfuerzo por involucrarse más directamente con la diversidad de personas y culturas en el vecindario local, las hermanas han dado pequeños pasos hacia un mayor diálogo y oportunidades de encuentro, incluyendo abrir la capilla del convento los domingos para que personas de todas las religiones vengan a orar.
“No rechazamos a la gente”, dice la hermana. “Todos son bienvenidos, sin importar quiénes sean”.
Conexión CNEWA
Un aspecto clave de la misión de CNEWA es apoyar las iniciativas pastorales de las iglesias orientales, incluyendo el catecismo, la formación en seminarios y la formación de hombres y mujeres religiosos. CNEWA ha apoyado durante mucho tiempo este tipo de iniciativas en el sur de la India, incluso cuando la iglesia allí ha adaptado su programación en los últimos años para responder a las necesidades de una sociedad en rápida evolución, marcada por un aumento del secularismo y el sentimiento antirreligioso, así como por cambios en la vida familiar.
Para apoyar la misión de la iglesia en la India, llame al 1-866-322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite https://cnewa.org/es/donde-trabajamos/india.
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