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Rompiendo el Silencio

La iglesia crea conciencia sobre la trata en Egipto

Entre el verdor de tierras desérticas regeneradas, al oeste del Río Nilo, sobrevivientes de trata de personas y abuso, encuentran respiro y sanación.

Martha, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad, es una de tres jóvenes que viven en el Centro Oasis de Consejería y Formación, situado en una zona remota llamada Shousha, a unas 21 millas al noroeste de Minya, en el Alto Egipto.

La misión del centro es combatir la violencia y el abuso sexual contra mujeres y niños, brindar apoyo psicológico y servicios especializados a sobrevivientes de abuso y trata, y acompañarlos en su curación y rehabilitación.

Martha, 20, llegó al centro en septiembre para iniciar su sanación. Un año antes, escapó de años de abuso físico de su familia en Minya para ir a El Cairo. En respuesta a un anuncio en línea para cuidar a personas de edad avanzada, llegó a la dirección indicada por la oficina de empleos y descubrió que era un apartamento. Allí, unos hombres la forzaron a entrar en una habitación oscura, donde pasó cuatro días en cautiverio hasta que la policía la rescató. Aunque no sabe qué intenciones tenían los hombres, sospecha que estaban involucrados en la trata. Cuando regresó con su familia después de esa terrible experiencia, el abuso empeoró.

“Mis padres creen que los odio y yo pienso lo mismo de ellos”, dice, ahogándose en sus palabras. “Pero los amo. Oro para que Dios elimine el malentendido entre nosotros”.

Pidió consejo al sacerdote católico local y él la dirigió al Centro Oasis.

“Me dieron una cálida bienvenida”, dice Martha. “La gente habla conmigo y trata de ayudarme en lo posible. Ahora siento que algo grande ha cambiado”.

El centro fue una iniciativa del obispo Kamal Fahim Awad Hanna, entonces obispo de la Eparquía copta católica de Minya. Un sacerdote de su eparquía, el padre Makarios Isaac, inició un centro de rehabilitación para sobrevivientes de abuso infantil en Kenya diez años antes y quería algo similar en su eparquía. Por invitación del obispo, el padre Isaac inició el Centro Oasis en 2019.

“Para combatir muchas formas de trata, es esencial crear conciencia”.

La eparquía compró tierras de cultivo y recibió una subvención para renovar y equipar el edificio principal. La planta baja tiene una sala de conferencia y oficinas. El segundo y tercer piso albergan el programa de rehabilitación de residentes, y cuartos para los participantes de la conferencia. Altos muros de privacidad rodean la propiedad. Una puerta de hierro se abre a un amplio espacio verde con dos canchas de fútbol, ​​un pequeño estanque y áreas abiertas para actividades al aire libre.

El centro, inaugurado en enero de 2022, también tiene una oficina en la cancillería de Minya, donde opera una línea directa de emergencia y servicio de referencias.

El personal de 18 miembros, incluidos terapeutas, educadores y trabajadores sociales, respeta la ética profesional de la confidencialidad. Sin embargo, algunos beneficiarios prefieren que los refieran a un profesional externo para mayor confidencialidad, por temor al estigma social relacionado con la búsqueda de ayuda por abuso. El tabú sobre el abuso físico y sexual en Egipto es un desafío principal para que el centro desempeñe su misión.

“La gente no está abierta a hablar del asunto”, dice el padre Isaac, “y lo encubren”. Sin embargo, son tantos los abusos que la gente ya no puede permanecer en silencio, afirmó. “La comunidad ha llegado a un punto en el que está harta”.

Personas repartiendo comida.
El padre Makarios Isaac, fundador y gerente del Centro Oasis, y su equipo brindan almuerzo a los residentes del centro. (foto: Hanaa Habib)

El Dr. Samy Farid Isaac, hermano del padre Isaac y voluntario en el centro, dice que es “difícil para las familias rurales dejar que sus hijos que han sido abusados ​​sexualmente” vayan al centro a recibir ayuda.

“Como la gente del campo se conoce, cuando alguien se va, averiguan a dónde fue”, añade el médico, que trabajó para UNICEF y otras organizaciones internacionales que se ocupan de la protección de la infancia.

Para acabar con el tabú y el estigma, el Dr. Isaac y otro personal del centro organizan conferencias sobre paternidad en iglesias y otros lugares, y talleres de concientización para jóvenes y niños sobre la prevalencia y prevención del abuso.

Los niños víctimas de violencia física son los beneficiarios más comunes del Centro Oasis.

“En el campo, la violencia contra los niños es normal”, dice el Dr. Isaac, en referencia a la creencia arraigada en Egipto de que el castigo corporal hace que un niño se porte bien.

Recuerda una presentación que hizo en una escuela católica en Mansafis, un pueblo al sur de Minya. Cuando preguntó a los padres: “¿Quién no golpea a sus hijos?” nadie levantó la mano. Cuando preguntó: “¿Quién golpea a sus hijos?” todos levantaron la mano.

Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que el 91% de niños egipcios son sometidos a diversos grados de abuso. UNICEF informa que esto puede presentarse en diversas formas, incluidas “violencia, explotación, trata y cuidado familiar inadecuado”. Aunque la ley federal garantiza el derecho del niño a estar a salvo de toda forma de daño, ninguna ley exige denunciar el abuso infantil ni imponer una sanción por no denunciarlo.

También cuenta la historia de una joven de 16 años, cuyo padre la torturaba. La ataba con cuerdas, la quemaba con un metal caliente y la azotaba. Ella recibe atención psicológica y física en el centro.

El Programa de Encuestas Demográficas y de Salud destaca que las niñas egipcias son más vulnerables, citando la costumbre de la mutilación genital femenina (M.G.F.) y el matrimonio infantil. 

La prevalencia de M.G.F. disminuyó del 74% de las niñas de 15 a 19 años en 2004 al 61% en 2014, según el Consejo de Población de Egipto. Sin embargo, persisten diferencias regionales, y algunas regiones registran tasas más altas de esta práctica.

Manos de una mujer realizando una manualidad.
Julie Ashraf, miembro del equipo del Centro Oasis, trabaja en una manualidad con un sobreviviente de abuso. (foto: Hanaa Habib)

Los programas de formación del Centro Oasis para niños y adolescentes buscan educarlos sobre la prevención del abuso y el desarrollo personal. En octubre 2023, 16 huérfanos visitaron el centro para un programa de dos días.

A través de juegos y narraciones, se enseñó a los niños a decir no, a rechazar el contacto no deseado y a afrontar el acoso. Un teatro de marionetas basado en la historia bíblica de Peniná atormentando a Ana por su infertilidad enseñó a los niños sobre la importancia de enfrentarse a los matones. Las actividades también sirven para iniciar conversaciones, y animar a los niños a expresarse mientras los adultos escuchan.

También se educa a los jóvenes sobre la autoestima, apegos emocionales, límites, autoaceptación, adicción y el uso de los medios, y se enseña a los padres sobre las necesidades psicológicas de los niños, la paternidad positiva, las consecuencias de la violencia y la prevención del acoso.

Después de otra conferencia de sensibilización, esta sobre violencia sexual, con 30 jóvenes que son trabajadoras de la iglesia, seis se acercaron y pidieron hablar con el equipo, dice el Dr. Isaac.

“Cualquier cambio social lleva tiempo, pero gradualmente el cambio se convierte en realidad”, afirma. “Por ejemplo, a la sociedad [egipcia] no le gusta hablar de la mutilación genital femenina, pero ahora el porcentaje de niñas circuncidadas ha disminuido”.

“Cualquier cambio social lleva tiempo, pero gradualmente el cambio se hace realidad”.

El aumento de la tasa de pobreza en Egipto durante los últimos cuatro años ha dejado a millones de egipcios y refugiados vulnerables a la trata. Esta pobreza se debe en gran medida a los efectos económicos de la pandemia de COVID-19, la invasión rusa de Ucrania, y el débil sistema de bienestar social de Egipto.

En Egipto se ha documentado el tráfico sexual, de órganos y laboral, y las mujeres y los niños son los más vulnerables. Los niños de la calle son reclutados para la prostitución, la mendicidad forzada, el trabajo doméstico y el trabajo agrícola.

En 2010, Egipto criminalizó la trata sexual y laboral, con penas de 3 a 15 años de cárcel. Pero, la falta de procedimientos formales para identificar a las víctimas y referirlas a proveedores de cuidado ha llevado a que las víctimas sean tratadas como delincuentes, según la Oficina de Vigilancia y Lucha Contra la Trata de Personas del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Una particular forma de trata en Egipto son los “matrimonios de verano”, en los que hombres ricos, en su mayoría del Golfo Arábigo, “compran” una novia egipcia, generalmente una menor de 18 años, por unos días, semanas o meses para explotarla sexualmente. Esta forma de turismo sexual a menudo es facilitada por “mediadores matrimoniales”, que persuaden a las familias pobres para que casen a sus hijas en este plan y se beneficien económicamente de la transacción.

Según el sitio web de la O.N.G. Girls Not Brides, esta práctica “elude las leyes sobre la trata [en Egipto], y las restricciones islámicas sobre las relaciones sexuales fuera del matrimonio”.

Los contratos matrimoniales se redactan, pero no se registran oficialmente, lo que protege a los perpetradores de cualquier repercusión legal o religiosa.

Activistas y O.N.Gs de derechos humanos están tratando de terminar esta práctica, pero el número de O.N.Gs en Egipto que trabajan contra la diversas formas de explotación y para apoyar a los sobrevivientes todavía es pequeño.

La imagen de una mujer se ve reflejada en el agua.
Una sobreviviente de abuso camina por el jardín del Centro Oasis de Consejería y Formación en el Alto Egipto. (foto: Hanaa Habib)

Fuentes de Esperanza, la iniciativa en el Medio Oriente de Talitha Kum, la red internacional de hermanas religiosas con sede en Roma dedicada a combatir la trata, estableció un equipo en Egipto en 2020. Pero, sus actividades se retrasaron un año debido al COVID-19. 

La Hermana Jeannette Alfi Soueiha, R.G.S., de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, encabeza el equipo egipcio de profesionales legales, psiquiátricos y artistas. Principalmente, crean conciencia a través de talleres de un día en escuelas e iglesias católicas.

Marwa Abdel Moneim, artista visual, guía a los niños en actividades artísticas y juegos durante los talleres. Los niños hacen dibujos sobre lo que escucharon en las presentaciones sobre temas como el matrimonio infantil y el chantaje en línea. Luego ella convierte esos dibujos en cortometrajes animados de los que los niños pueden aprender.

El equipo enfrenta desafíos importantes a la hora de desarrollar actividades y ofrecer un mayor apoyo a los sobrevivientes de la trata, en particular debido a la falta de un estatus legal aprobado por el Estado, que no puede lograr debido a su afiliación a una red de iglesias.

Eso también impide que Fuentes de Esperanza colabore con instituciones afiliadas al gobierno. El Consejo Nacional de Mujeres, una organización semigubernamental de derechos de las mujeres, se retractó de una propuesta de programa conjunto por este motivo, explica la hermana Jeannette.

No obstante, el equipo persevera en su misión de crear conciencia sobre el tema en colaboración con otros grupos religiosos, como el Movimiento de los Focolares y la Organización Copta Evangélica de Servicios Sociales.

En un encuentro organizado con la Iglesia Ortodoxa Siria Virgen María, la hermana Jeannette habló a los jóvenes, en su mayoría sirios y palestinos, que llegaron a Egipto huyendo de la guerra en sus países. Algunos jóvenes expresaron su preocupación. Basil Wassouf, de Siria, dijo que la pobreza hace que las personas sean vulnerables a las trampas de los traficantes de personas.

“Para combatir muchas formas de trata, es esencial crear conciencia”, afirma.

La Hermana Natalie Fouad, R.G.S., que coopera con Fuentes de Esperanza, dice que trabajar con mujeres y niñas es crucial para poner fin a la trata.

“¿Qué lleva a las personas a la trata?” ella pregunta. “Pobreza, ignorancia e injusticia”.

Ella cree que empoderar a las mujeres con educación les permitirá ingresar a la fuerza laboral y ser autosuficientes. Una divorciada o una viuda sin educación que de repente se queda sola para mantener a sus hijos tiene más probabilidades de recurrir a medidas desesperadas, dice.

El equipo viajó a la escuela del Buen Pastor en Shubra, un distrito al norte de El Cairo, para varios días de talleres con niñas de todas las edades. Nariman Hanna Nathan, quien coordinó los talleres, dijo que las niñas se animaron mutuamente a hablar y abrirse sobre situaciones de abuso a las que habían estado expuestas, incluso en línea.

Pero el impacto del equipo seguirá siendo limitado hasta que la organización pueda alcanzar el estatus legal, que también se requiere para abrir una oficina y ofrecer apoyo a los sobrevivientes. Hasta entonces, Fuentes de Esperanza seguirá trabajando dentro de la red de iglesias para crear conciencia, especialmente entre los jóvenes, y las mujeres pobres y vulnerables.

Conexión CNEWA

CNEWA apoya iniciativas contra la trata de personas, con un enfoque particular en ofrecer curación y esperanza a los sobrevivientes, a través de programas en Medio Oriente, Noreste de África y Europa del Este.

Estas iniciativas dirigidas por iglesias se preocupan por los más vulnerables a la trata: los desplazados, los migrantes, los refugiados, las madres solteras y los niños. Trabajan para prevenir la trata, así como para rehabilitar, asesorar y cuidar a los sobrevivientes, reintegrándolos a sus familias y comunidades y devolviéndoles la salud.

Para apoyar este trabajo crucial, llame al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o al 1-866-322-4441 (Canadá) o visite https://cnewa.org/es/que-hacemos/egipto/

Lea este artículo en nuestro formato de impresión digital aquí.

Magdy Samaan, radicado en El Cairo, es corresponsal en Egipto del The Times of London. Su trabajo también ha sido publicado por CNN, el Daily Telegraph y Foreign Policy.

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