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Viviendo una Vida Cristiana en la Tierra de Jesús

Stefan Amseis, residente de Ramle, una ciudad religiosamente diversa en el centro de Israel, siempre lleva una cruz alrededor de su cuello.

En estos días, sin embargo, el hombre de 30 años, que se identifica como un ciudadano árabe cristiano de Israel, está siendo muy cuidadoso debido al deterioro de la seguridad tras informes de un reciente aumento de extremistas judíos que escupen a los cristianos y vandalizan propiedades cristianas.

“Cuando estoy en Jerusalén me preocupa que los judíos nacionalistas o ultraortodoxos me escupan si saben que soy cristiano”, dice Amseis, director de la edición árabe de Reseñas de Tierra Santa (As-Salam Wal-Kheir), la revista de los franciscanos de Tierra Santa.

Pequeños grupos de judíos fanáticos han acosado a los cristianos por años, pero el número de incidentes se disparó este invierno, poco después que el nuevo gobierno de Israel asumiera el cargo el 29 de diciembre.

“Hemos visto ataques más audaces a plena luz del día en algunas propiedades de la iglesia”, dice Joseph Hazboun, director regional de CNEWA-Misión Pontificia para Palestina e Israel. Hazboun ve la situación directamente desde su oficina en el barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Él enumera algunos incidentes: el vandalismo del cementerio de la iglesia anglicana en el Monte de los Olivos y el ataque de febrero a la Iglesia de la Flagelación en la Vía Dolorosa, en la que un turista judío ortodoxo estadounidense destruyó una imponente estatua de Jesús. El agresor gritó: “¡No ídolos en la ciudad santa de Jerusalén!” mientras golpeó la cara de la estatua con un martillo.

Mujer sonrí frente a su hijo recién nacido que está en una incubadora.
Mira Laham y su hijo, Taim, en la sala de maternidad del Hospital Francés San Vicente de Paúl en Nazaret. (foto: Ilene Perlman)

Religiosas y sacerdotes son escupidos y maldecidos con frecuencia cuando caminan por las estrechas calles de la Ciudad Vieja, que también es hogar de un grupo de jóvenes extremistas judíos.  

El Obispo Rafic Nahra en Nazaret, vicario patriarcal para Israel y obispo auxiliar del Patriarcado Latino de Jerusalén, dice que la policía no toma en serio las acciones de los extremistas. Casi no ha habido arrestos.

“Sabemos que el gobierno no apoya los ataques, pero su respuesta ha sido débil. Si las sinagogas fueran atacadas, la respuesta sería más fuerte”, afirma.

El rabino David Rosen, director de asuntos interreligiosos internacionales del Comité Judío Americano con sede en Jerusalén, dice que el gobierno hace algunos esfuerzos, pero no los suficientes.

“Se está proporcionando más seguridad y se han instalado más cámaras en áreas vulnerables, pero el problema es que la policía no tiene motivos legales para actuar contra algunos de los instigadores”, dice. “Escupir no es un crimen de odio bajo la ley israelí. Lo que se necesita es legislación que demuestre que estas acciones no se toman a la ligera”.

El obispo Nahra atribuye al menos parte de la inacción del gobierno a la agitación interna de Israel.

“Hay profundas divisiones en de la sociedad judía, y nuestros ‘pequeños’ problemas parecen nada para ellos”, dice el obispo. “Pero esto parece discriminación”.

Desde marzo, cientos de miles de israelíes han salido a las calles a protestar los planes del nuevo gobierno de alterar el sistema judicial y expandir la autoridad judía ortodoxa en la esfera pública.

Ondeando banderas israelíes y pidiendo democracia, los manifestantes han organizado huelgas generales y manifestaciones semanales que han bloqueado las principales carreteras. Dicen que las leyes propuestas son antidemocráticas y teocráticas, alegando que Israel fue fundado como un país secular y como una patria para judíos de todas las tendencias.

Lo que se describe como partidos judíos de extrema derecha y ultraortodoxos dentro de la coalición del primer ministro apoyan la expansión de los asentamientos judíos en territorios palestinos, presupuestos más altos para instituciones ultraortodoxas y la exención del servicio militar obligatorio para los ultraortodoxos.

Justo antes del comienzo de la Pascua, los partidos ultraortodoxos, cuyos componen casi la mitad de la coalición gobernante de 64 escaños, impulsaron una ley que permite a los hospitales prohibir los alimentos que no son de Pascua, como el pan, durante el feriado.

La hermana Maha Sansour visita al personal y a los pacientes del departamento geriátrico del Hospital Francés San Vicente de Paúl en Nazaret durante una actividad artística para Pascua de Resurrección y Ramadán. (foto: Ilene Perlman)

La ley afecta no solo a judíos seculares, sino también a las minorías religiosas.

“La ley muestra una falta de consideración por los ciudadanos no judíos de Israel y va en contra de los valores democráticos del estado”, dice Hazboun. “No es diferente de una facción musulmana que impondría el uso del hiyab o la prohibición del alcohol”.

De mayor preocupación son los esfuerzos de la coalición por debilitar la autoridad de la Corte Suprema, cuyos fallos en las últimas dos décadas han tendido a ser moderados, especialmente con respecto a los derechos de las mujeres, los judíos no ortodoxos y las minorías.

Si el llamado proyecto de ley de “revisión judicial” se aprueba sin modificaciones significativas, solo se necesitarían 61 legisladores en el Parlamento de 120 escaños para revocar muchos fallos de la Corte Suprema. Otro proyecto de ley daría a los parlamentarios una voz mucho mayor sobre quién puede servir como juez.

Neri Zilber, asesor de políticas con sede en Israel en el Foro de Política de Israel, describe la situación como “la crisis constitucional más grave” en los 75 años de historia de Israel.

“[Esos] proyectos marcarían el comienzo de un gobierno mayoritario: la mayoría en el Parlamento y el gobierno podrían decidir aprobar cualquier ley o tomar cualquier decisión que elijan”.

Una reforma judicial radical podría resultar en la ausencia de protecciones reales para cosas como los derechos de las minorías, advierte Zilber. En teoría, podría prohibir que los partidos árabes se presenten a las elecciones sobre la base de que no reconocen a Israel como un estado judío y democrático.

Ninna mira a la cámara en foto con feligreses parados en sus butacas en una iglesia.
Feligreses asisten a una liturgia de Jueves Santo en la Iglesia Griega Ortodoxa de la Natividad de la Virgen María en Kafr Yasif, Israel, el 13 de abril. (foto: Ilene Perlman)

“Podríamos tener una situación en la que los ciudadanos árabes, que son el 21% de la población, no tengan representación política”, añade.

De los 182.000 ciudadanos cristianos de Israel, unos 138.000 son árabes, según la Oficina Central de Estadísticas de Israel. Muchos, no todos, se identifican como palestinos. Los cristianos son aproximadamente el 2% de la población de Israel de 9,7 millones, mientras que los musulmanes representan el 18%.

Los partidos árabes suelen presentarse a las elecciones nacionales y se sientan en la oposición en la Knesset. Sin embargo, Ra’am, un partido islámico, hizo historia en 2021, cuando se unió a la coalición gobernante entonces moderada.

A pesar de las profundas divisiones en la sociedad israelí, Zilber ve un lado positivo: todos los aspectos de la sociedad israelí, incluidos moderados e izquierdistas, se han vuelto mucho más proactivos para establecer un curso para el futuro del país. Según las encuestas de opinión realizadas esta primavera, si las elecciones se celebraran pronto, el actual primer ministro y su partido no podrían formar un gobierno.

“Esto podría ser un paso para votar por un gobierno más razonable”, dice Zilber.

A los ciudadanos árabes, incluidos los cristianos, les preocupa que las prioridades del gobierno actual resulten en un apoyo aún menor para los sectores árabes y no judíos que ya carecen de atención.

“Tememos que la asignación presupuestaria sin precedentes ($9.7 mil millones) aprobada por el gobierno anterior para cerrar la brecha entre árabes y judíos se congele y se use para financiar asentamientos y la Guardia Nacional”, dijo Thabet Abu Rass, codirector ejecutivo de Iniciativas Abraham, una organización sin fines de lucro que aboga por la igualdad árabe en Israel.

Si bien el sector árabe tiene muchas preocupaciones, la financiación gubernamental y las iniciativas para combatir el crimen organizado y la violencia dentro de los pueblos y ciudades árabes están en la parte superior de la lista, dice Abu Rass.

En 2022, 112 ciudadanos árabes y cuatro no ciudadanos murieron debido a actividades delictivas dentro de la comunidad árabe perpetradas por sus propios miembros. De estos, el 87% murieron por disparos. Cinco víctimas perdieron la vida en circunstancias relacionadas con la policía, según las Iniciativas Abraham.

“El ministro de seguridad debería garantizar la seguridad pública de todos los ciudadanos israelíes, pero no hace nada para brindar seguridad a la comunidad árabe”, dice Abu Rass.

Otras preocupaciones importantes son el envejecimiento de la infraestructura y la falta de tierra suficiente para acomodar el crecimiento natural dentro de los municipios árabes.

El pueblo de Kafr Yossef en Galilea es un buen ejemplo. El pintoresco pueblo montañoso, salpicado de hermosas casas de piedra y hermosas iglesias, es hogar de cristianos, musulmanes y drusos. La comunidad cristiana, casi el 60% de la población, tiene escuelas galardonadas y grupos juveniles prósperos, pero no hay suficientes viviendas para acomodar a los hijos adultos de los residentes que desean residir allí. 

Esta escasez de viviendas, que afecta a todos los israelíes, pero es especialmente aguda en los municipios árabes, ha motivado a muchos jóvenes a mudarse a las ciudades cercanas de Akko y Haifa, e incluso al extranjero después de graduarse de la universidad.

En la tranquilidad previa a celebrar una liturgia del Jueves Santo en la recientemente construida Iglesia de la Natividad de la Virgen María, el párroco ortodoxo griego, el padre Atallah Makhouli, toca una nota seria.

Retrato del padre Atallah Makhouli, Jerusalén.
El padre Atallah Makhouli sirve a los fieles ortodoxos griegos en Kafr Yossef. (foto: Ilene Perlman)

“Nosotros los cristianos hemos estado aquí por generaciones y generaciones. Esperamos estar aquí por muchas más. Pero el futuro de nuestros hijos depende de la paz”, dice el padre Makhouli.

Él señala que militantes palestinos dispararon más de 30 cohetes contra Galilea el 6 de abril, y que la violencia en Cisjordania y Jerusalén se ha disparado en las últimas semanas. Pero ni la paz puede impedir que los jóvenes se vayan si no pueden mantener una buena calidad de vida y no tienen la capacidad de construir hogares, agrega.

“El gobierno no nos da la tierra para expandir la aldea. Es un viejo problema”.

Debido a su pequeño número, los cristianos en Israel también enfrentan la amenaza de la asimilación, dice Josef Shahada, líder de la comunidad ortodoxa griega y educador en Kafr Yasif.

“Vivimos entre judíos y árabes, una minoría en Israel, pero también dentro de la sociedad árabe”, lo que puede dificultar el mantenimiento de una identidad única, agrega. Esto es especialmente cierto cuando estudiantes cristianos asisten a universidades israelíes y encuentran trabajos que los incorporan aún más en la sociedad judía o musulmana israelí.

De nuevo en Nazaret, el obispo Nahra dice que el hecho de que los cristianos en Israel sean altamente educados, occidentalizados y en su mayor parte financieramente seguros es una bendición y un desafío.

Para ayudar a los niños y sus familias a sentirse más conectados con Jesús y la iglesia, el Patriarcado Latino de Jerusalén ha identificado varias áreas que necesitan mejoras.

Una prioridad es mejorar la formación en la fe de los profesores de catecismo de las escuelas, para que puedan enseñar la fe cristiana con entusiasmo y alegría. Otra es fomentar una mayor participación de la familia en los servicios y actividades de la iglesia.

“Israel es una sociedad muy secular y cara, por lo que la gente tiene que trabajar muy duro”, dice. “Hay poco tiempo para construir la vida familiar. Los padres a menudo no van a Misa, por lo que los niños no tienen una vida litúrgica”.

Las iglesias católicas también están colaborando para brindar oportunidades para que los jóvenes católicos del país, ya sean católicos romanos o católicos orientales, se reúnan, socialicen y, con suerte, se casen.

Tan frustrado como está por los obstáculos de financiación de larga data del gobierno israelí a las instituciones cristianas, el padre Abdel Masih Fahim, franciscano y coordinador de escuelas cristianas en Israel, está satisfecho porque las escuelas cristianas pronto tendrán su primer libro de texto de historia del cristianismo.

En términos de plan de estudios, Israel nunca ha distinguido entre árabes cristianos y musulmanes. Durante décadas, el Ministerio de Educación exigió que las escuelas del sector árabe enseñen historia y otras materias desde una perspectiva islámica, incluso en las escuelas cristianas.

Hasta ahora, señala el padre Fahim, las escuelas cristianas “han tenido que enseñar con libros de historia islámica que ignoran 600 años de historia cristiana, desde el nacimiento de Jesús hasta el advenimiento del islam en el siglo VII. Tenemos cursos en lengua árabe que toman textos del Corán. Entonces, le preguntamos [al ministerio de educación], ¿por qué no recurrir a textos del cristianismo, el Evangelio o la Biblia?”

Este largamente anhelado libro de texto está en sus etapas finales, dice. 

Por 125 años, el Hospital Francés San Vicente de Paúl en Nazaret ha atendido a pacientes de todas las religiones, tal como lo soñó su fundadora, la Madre Leonie Sion de las Hijas de la Caridad.

Hoy en día, el hospital de 140 camas funciona como un centro de salud pública general bajo las regulaciones del Ministerio de Salud. Sin embargo, al igual que las escuelas cristianas del país, recibe solo una fracción de los fondos que reciben los hospitales estatales. El Instituto Nacional de Seguros paga por la atención de pacientes individuales, pero no por renovaciones hospitalarias o nuevos equipos médicos.

Lo mismo ocurre con otros hospitales semiprivados, como el Centro Médico Hadassah en Jerusalén, pero estas instalaciones médicas pueden compensar el déficit con fondos de donantes privados, incluida la diáspora judía.

El departamento geriátrico del Hospital Francés San Vicente de Paúl tiene 26 frágiles pacientes hospitalizados. En un cálido día de primavera, un puñado de ellos realiza proyectos de arte terapéutico relacionados con la Pascua de Resurrección y el Ramadán en la estrecha pero alegre sala diurna.

La hermana Maha Sansour, la enfermera jefa, observa las actividades y saluda calurosamente a todos los pacientes y miembros del personal. Pero su sonrisa se vuelve melancólica cuando regresa al pasillo. Anhela que el hospital pueda actualizar la sala. 

“Con recursos financieros, podríamos tratar a más pacientes. Podríamos renovar un poco y agregar lavabos a cada habitación”, dice la hermana Maha, una de las tres Hijas de la Caridad que trabajan en el hospital.

Incluso con el déficit, el hospital ha logrado crear una brillante ala de maternidad que permite a las madres y sus recién nacidos permanecer en la misma habitación.

Mira Laham observa a su hijo de dos días, Taim, dormido en su moisés. Viajó desde Haifa, donde vive, a Nazaret, su ciudad natal, para dar a luz en el hospital.

“Mi esposo es médico en el Hospital Rambam en Haifa, pero yo quería estar en el Hospital Francés porque me encanta el ambiente y la atención”, dice. “Además, nací aquí y quería que mi hijo naciera aquí. Es parte de nuestra historia familiar”.

El espíritu del hospital refleja la visión de la hermana Leonie de crear un hospital cristiano para todos los que lo necesitan. Cruces adornan las paredes y, durante la Pascua de Resurrección, conejitos de peluche y coloridos huevos de chocolate decoran cada pabellón. Hay una capilla en el centro de la instalación.

Cuando se sintió lo suficientemente fuerte, la señora Laham pidió a las hermanas que la acompañaran a ella y a Taim a la capilla para ofrecer una oración de gratitud y bendecir al bebé.

Al igual que la señora Laham, Stefan Amseis siente una conexión visceral con la historia cristiana y con la tierra que Jesús llamó hogar. Como muchos de sus compañeros, siente la obligación de fortalecer su iglesia y comunidad.

“Los cristianos son el 2% de la población, y si todos se van, ¿cómo podemos mejorar la situación aquí? Sentimos una responsabilidad. Si nos vamos, ¿quién cuidará nuestras iglesias?”, dice.

“Queremos tener hijos aquí y ponerlos en el camino para vivir una vida cristiana. En esta tierra”.

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Conexión CNEWA

Aunque los cristianos son una minoría dentro de una minoría en Israel, los programas de servicio social de la iglesia son numerosos, y atienden a cristianos, judíos, musulmanes, a todos los segmentos de la sociedad. Una de esas iniciativas, el Hospital Francés San Vicente de Paúl en Nazaret, brinda atención médica a los pacientes independientemente de su fe. Los fondos CNEWA-Misión Pontificia se destinan a proyectos de rehabilitación, gastos operativos, áreas de juego para niños con necesidades especiales y servicios mejorados.

Para apoyar este trabajo crucial, llame al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o al 1-866-322-4441 (Canadá) o visite

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