Escenas de alegría, alivio y bienvenidas cargadas de llantos inundaron los medios de comunicación el 13 de octubre cuando los rehenes israelíes restantes fueron liberados del cautiverio de Hamás en la Franja de Gaza como parte del acuerdo de alto el fuego mediado por Estados Unidos; Israel liberó a 250 prisioneros palestinos, y 1.650 más serán liberados.
Minutos antes de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dirigiera a la Knéset (legislatura) ese día, Joseph Hazboun, de la Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente-Misión Pontificia, habló con OSV News y estaba “por fin muy feliz” de que se llegara a un acuerdo, pero “no lo suficientemente optimista como para decir” que el alto el fuego era un acuerdo de paz.
“Este es el día que hemos estado esperando durante dos años”, dijo Hazboun, director regional de la oficina de Jerusalén de CNEWA-Misión Pontificia.
“Las personas a las que se les ordenó evacuar y mudarse por toda la Franja de Gaza varias veces finalmente están regresando a sus … áreas de residencia”, dijo a OSV News. “No estoy seguro de lo que encontrarán allí, probablemente las ruinas de sus hogares, pero al menos estarán a salvo. No hay más bombardeos desde el aire, desde el mar o desde tierra”.
Hazboun, quien habló con OSV News desde Jerusalén, dijo que Trump “merece el crédito por poner fin a la guerra”, ya que “básicamente le informó a Netanyahu que tenía que parar. Y ahora Trump es el garante del fin de la guerra”.

También advirtió que con los intentos anteriores de detener la guerra, las partes “en varias ocasiones cambiaron de posición por cualquier motivo”, por lo que en Tierra Santa, “tenemos las manos en el corazón rezando para que este acuerdo dure”.
Ahora, dijo Hazboun, todos los ojos están puestos en Gaza, donde decenas de miles comenzaron a regresar a sus hogares, o lo que queda de ellos.
Muchos palestinos regresaron para ver solo escombros, y el padre Gabriel Romanelli, párroco de la parroquia católica de la ciudad de Gaza, dijo que todo el enclave ha experimentado un «tsunami» de destrucción.
Cuando se le preguntó sobre la comunidad cristiana que se refugia en la parroquia de la Sagrada Familia y el complejo de la Iglesia Ortodoxa Griega de San Porfirio, Hazboun dijo que por ahora “permanecerán en el recinto de la iglesia, porque la mayoría de ellos perdieron sus hogares y sus apartamentos”.
Sin embargo, dijo Hazboun, “la gente tendrá la libertad ahora de ir y revisar sus hogares”, pero “tomará tiempo” ver “quién tiene su casa o su apartamento intacto y puede regresar, quién tiene una destrucción menor, quién tiene una destrucción total”.
Lo que le da a la gente una sensación de alivio es que “no hay más bombardeos a su alrededor”, dijo, pero al mismo tiempo “no hay infraestructura, no hay electricidad, no hay agua, no hay alcantarillado” y “la vida va a ser complicada para el próximo período”.
Hazboun dijo que CNEWA ha comenzado a “preguntar, a indagar cuáles son las necesidades inmediatas, tal vez no alimentos, tal vez agua, probablemente medicamentos, ayuda médica, suministros médicos, todo está por verse”.
“¿Había planes antes? No, porque con esta guerra, era extremadamente imposible planificar con anticipación. Tuvimos que esperar hasta el final de la guerra. Y, por supuesto, también tenemos que esperar hasta que se abra el cruce de Rafah para ver quién decidirá permanecer en Gaza y quién no”, dijo Hazboun.
Hazboun predijo que “seremos testigos de un éxodo de Gaza para los musulmanes y para los cristianos” y que para los cristianos será “más catastrófico debido a los pocos, el pequeño número de la comunidad cristiana que ha permanecido en Gaza. Entonces, cada persona que se va es una gran pérdida”.
Cuando se permitió que cientos de camiones de ayuda llegaran a Gaza a partir de las primeras horas de la mañana del 12 de octubre, los precios cayeron, dijo Hazboun, señalando que el precio de la harina bajó de $25 por kilogramo (2,2 libras) a $2-4.
Hazboun dijo que la gente probablemente “necesitará tiendas de campaña. Todas esas familias que regresan a Gaza y buscan sus hogares destruidos necesitarán tiendas de campaña para vivir durante el próximo año más o menos. Por lo tanto, espero que sea una gran necesidad”, dijo, y agregó que para hacer evaluaciones más detalladas, se necesitarían dos o tres días.
Trump, hablando en la Knéset, dijo que ahora que todos los rehenes están en casa, “juntos hemos demostrado que la paz no es solo una esperanza con la que podemos soñar. Es una realidad sobre la que podemos construir día a día, persona por persona y nación por nación”. Debido a eso, dijo, “el Medio Oriente finalmente está listo para abrazar su extraordinario potencial”.
“Nos reunimos en un día de profunda alegría, de gran esperanza, de fe renovada y, sobre todo, un día para dar nuestro más profundo agradecimiento al Dios Todopoderoso de Abraham, Isaac y Jacob”, dijo Trump a la Knéset.
Más tarde ese día, Trump y los presidentes de Egipto, Turquía y Qatar firmaron el acuerdo de paz, frente a líderes de otras naciones. Representantes de Hamás e Israel no asistieron a la ceremonia de firma en la ciudad turística de Sharm el-Sheikh (Egipto), en el Mar Rojo.
Cuando se le preguntó cómo pueden ayudar los católicos de todo el mundo, Hazboun dijo en primer lugar, con oraciones “para que esta tregua, este alto el fuego, se mantenga y avance hacia un acuerdo de paz permanente donde Gaza tenga la oportunidad de florecer”.
Por florecer, se refería a fronteras abiertas para que las mercancías puedan entrar libremente, acceso al mar y libertad de movimiento. “Temprano esta mañana”, dijo, “los reportes afirmaban que los israelíes no están permitiendo que entre todo lo necesario, como fue el caso después de cada guerra desde 2009. Y esta es una de las razones por las que la situación en Gaza sigue siendo dramática y por la que de vez en cuando tenemos ataques y contraataques. Es porque a la gente de Gaza se le ha negado la oportunidad de tener una vida decente”.
Dijo que en medio de un mar de destrucción, “dejar que ingresen todos los materiales que la franja requiere sin limitaciones” es crucial.
“Porque, ¿cómo se puede reconstruir Gaza si no se permite el ingreso de la madera, el hierro o el cemento?” preguntó Hazboun, al tiempo que admitió que tiene la esperanza de que “es posible reconstruir, tal vez incluso mucho mejor de lo que era”.
“Dicen que necesitan de dos a tres años para retirar los escombros. Los cientos, miles de toneladas de material destruido … pero todo depende de la voluntad de las personas en el poder”, dijo. “Y espero que el presidente Trump”, junto con los líderes que participan en la firma del acuerdo de paz en Egipto, “realmente ejerza presión para avanzar, así como proporcionar fondos y encontrar el mecanismo adecuado para ayudar a la gente a recuperar su dignidad y encontrar un lugar adecuado y decente para vivir”.
Al evaluar los esfuerzos humanitarios de los últimos dos años, dijo que CNEWA-Misión Pontificia, el Patriarcado Latino de Jerusalén, Caritas Jerusalén y Catholic Relief Services, “y muchas otras organizaciones… han hecho un trabajo maravilloso … en circunstancias que a veces fueron extremadamente desafiantes”.
“La gente arriesgó sus vidas para entregar los bienes que se requerían para salvar vidas”.