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Visitamos dos organizaciones dirigidas por la Iglesia Siro-Malabar en una semana lluviosa y húmeda de julio en el estado de Karnataka, en el sur de la India.
Lo que pasa con Karnataka es que es uno de los estados con mayor crecimiento económico de la India. Su capital, Bangalore, ha crecido fenomenalmente en la industria de la tecnología y la tecnología de la información y tiene un brillante ecosistema de nuevos emprendimientos. Sin embargo, no visitamos Bangalore, excepto en tránsito. Nos dirigimos a Mandya y Shimoga.
Shimoga es conocida por las Cataratas Jog, una de las cascadas más altas de la India. Es algo que va más allá de la imaginación, hermoso. Ahora que lo pienso, todo Karnataka es verde, exuberante y lleno de parajes naturales.
Pero volvamos a los servicios de VIH y SIDA que se ofrecen en Karnataka. Bueno, la India sigue ocupando un lugar destacado en el número de casos de VIH y SIDA en el mundo. De hecho, tercero, según las estadísticas de 2023.
El gobierno quiere reducir estos números y está haciendo todo lo posible para lograrlo. Aquí es donde entran en juego organizaciones como la Sociedad de Servicios Sociales Jyothir Vikasa y la Sociedad de Servicios Sociales Malnad. Ambos están dirigidos por la Iglesia siro-malabar y actúan como intermediarios entre los pacientes y las agencias gubernamentales.
Sus trabajadores sociales van a las comunidades y crean conciencia sobre las enfermedades como el VIH y el SIDA. Las investigaciones muestran que las mujeres son más vulnerables a este tipo de enfermedades. Pero estas organizaciones también ofrecen apoyo financiero y emocional.
Existe un gran estigma en torno al VIH y el SIDA en la India. Una vez diagnosticados, los pacientes a menudo son expulsados de sus hogares, o sus familias los repudian, o son condenados al ostracismo de la sociedad. Incluso cuando fuimos a ver a estos pacientes, eran tímidos a la hora de revelar su identidad y querían permanecer en el anonimato.
También conocimos a algunos adolescentes que son VIH positivos a través de sus padres. Son talentosos, ambiciosos y quieren aprovechar al máximo las oportunidades que tienen. A veces, sin embargo, sus maestros o sus familias los tratan mal. Por ejemplo, en clase se les hace sentarse por separado, y de ese modo todos llegan a conocer su estado de salud.
La iglesia crea conciencia contra este tipo de estigma. Animan a las mujeres a conseguir trabajo porque empoderar a las mujeres es una de las principales prioridades.
Pero conocer a personas con VIH y SIDA —hombres, mujeres y niños, especialmente niños— es una experiencia que cambia la vida, créanme.
La lucha que tienen las personas solo para reclamar su lugar en la sociedad, porque han perdido la libertad de hacer lo que les plazca, con otras personas teniendo el control de sus vidas, y siempre viviendo con el miedo de que alguien se entere de su estado de salud y los rechacen una vez más.
Esas son cosas difíciles de escuchar y ver. Realmente lo son.
Lea “Una Preocupación Mundial” en la edición de septiembre 2024 de la revista ONE en español.