Los cristianos en Siria están conmocionados después de un atentado suicida contra una iglesia ortodoxa griega en Damasco durante una Divina Liturgia el 22 de junio.
Al menos 20 personas murieron y más de 60 resultaron heridas ese domingo después de que un atacante, presuntamente armado y con un chaleco explosivo, entró en Mar Elias, una iglesia ortodoxa griega en el barrio de Dweila de la ciudad.
En su canal oficial de Telegram, el Ministerio del Interior de Siria dijo que el atacante estaba “afiliado a la organización terrorista ISIS” y que disparó un arma de fuego antes de detonar su chaleco.
Testigos citados por The Washington Post dijeron que el atacante, cuyo rostro estaba cubierto, fue atacado por una multitud que buscaba expulsarlo de la iglesia.
El medio citó al padre Fadi Ghattas diciendo que había “350 personas rezando en la Iglesia” cuando el agresor inició el ataque.
Otro sacerdote, el padre Meletius Shahati, informó que un segundo hombre armado disparó contra la puerta de la iglesia antes de la explosión.
Issam Nasr, un feligrés, dijo que vio a personas “volar en pedazos”, y agregó: “Nunca cargamos un cuchillo en nuestras vidas. Lo único que llevamos son nuestras oraciones».
Las fotos de la iglesia muestran paredes salpicadas de sangre, bancos destrozados, y el altar muy dañado.
El ministerio del interior sirio dijo que ‘las unidades de seguridad acudieron al lugar, acordonaron toda la zona, mientras que equipos especializados recogieron pruebas para investigar las circunstancias del ataque”.
La agresión mortal ha provocado una amplia condena nacional e internacional.
El ministro de información de Siria, Hamza al-Mustafa, publicó en X: “Este acto cobarde contradice los valores de ciudadanía que nos unen a todos. Nosotros, como sirios, afirmamos la importancia de la unidad nacional y la paz civil, y hacemos un llamado a impulsar los lazos de hermandad entre todos los componentes de la Sociedad”.
Y agregó: “No retrocederemos en nuestro compromiso con una ciudadanía igualitaria, que busca construir una patria segura y estable. También destacamos el compromiso del Estado de realizar todos los esfuerzos para combatir a las organizaciones criminales y garantizar la protección de la sociedad contra cualquier ataque que amenace su seguridad”.
Geir Pederson, enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, expresó su “enérgica condena de este crimen atroz” y pidió “una investigación exhaustiva y las medidas necesarias”.
Pederson instó a todos a “unirse para rechazar el terrorismo, el extremismo, la incitación y el ataque a cualquier grupo en Siria”.
Francia, Alemania, Líbano y Qatar también condenaron el ataque.
Anteriormente, el arzobispo maronita Antoine Chbair de Latakia y Tartus, Siria, dijo a la Asociación Católica para el Bienestar del Cercano Oriente, una iniciativa de la Santa Sede, que “nadie sabe cuando acabará” la reciente violencia mortal y los “conflictos sectarios” en Siria.
Las declaraciones del arzobispo se produjeron después de la muerte de al menos 800 personas en marzo, mientras las fuerzas de seguridad sirias luchaban contra partidarios armados del derrocado ex presidente sirio Bashar Assad.
Assad, cuya familia gobernó Siria durante cinco décadas, con brutales medidas represivas contra la disidencia y una violenta represión, huyó a Moscú en diciembre después de que su régimen cayera ante una ofensiva rebelde relámpago. Esa campaña siguió a 13 años de guerra civil en la que murieron más de 600.000 personas.