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Lejos de Casa

Rhea Fernando tenía 22 años cuando dejó su país de origen para trabajar a 5.500 millas de distancia. Estaba en medio de obtener un título de enfermería cuando decidió abandonar la escuela para ayudar a sus padres, que tenían dificultades económicas.

“Por supuesto, eres inocente”, dice Fernando, riendo nerviosamente y recordando sus primeros años en el Reino Hachemita de Jordania como trabajadora doméstica. “No sabes lo que está pasando. No sabía cómo trabajaría ni qué haría”. 

Fernando, ahora de 40 años, es una de miles de filipinos que se mudan al Medio Oriente cada año en busca de empleo —generalmente las mujeres se inscriben como empleadas domésticas, niñeras, cuidadoras, dependientes de tiendas y limpiadoras. Ella encontró un trabajo en Jordania a través de una agencia de empleos en Manila que conecta a los filipinos con el trabajo doméstico en el extranjero.

“Cuando estaba en el avión, pensaba: ‘Señor, espero que el empleador no me haga algo, como violarme, o algo así’”, dice. Sus temores no eran infundados; grupos de derechos humanos han documentado violaciones entre los diversos delitos y formas de abuso que sufren con frecuencia los trabajadores migrantes en todo el mundo.

La agencia de empleos colocó a Fernando con una pareja jordana en Ammán, la capital. Ella se adhirió diligentemente a sus peticiones de cuidar a los dos hijos, cocinar, limpiar y, a veces, dar masajes a la esposa y al esposo. Era más que un trabajo de tiempo completo, dice ella. Trabajaba siete días a la semana con solo cinco horas para dormir cada noche; le pagaban $150 al mes.

Sus condiciones de trabajo son típicas del “sistema kafala” de Jordania, una estructura de empleo para trabajadores extranjeros utilizada en las naciones del Golfo, Líbano y Jordania. Según las últimas cifras de la Organización Internacional del Trabajo en 2019, hay 24,1 millones de trabajadores migrantes en 12 estados del Medio Oriente. 

Los trabajadores, a menudo procedentes de países socioeconómicamente deprimidos de África y Asia, suelen firmar un contrato jurídicamente vinculante —por un período inicial de dos años, en el caso de Jordania— que concede al empresario el pleno control sobre las condiciones de trabajo y de vida del trabajador, incluyendo sus horas de trabajo, el tiempo libre, las condiciones de renuncia y su movimiento dentro del país.

“Cuando vas a la iglesia tienes paz. La iglesia es una de las únicas maneras de aliviar tu dolor, ansiedad o cualquier cosa que tengas como una carga en tu corazón”.

A primera vista, el sistema parece adecuado. Por ejemplo, un empleador cubrirá los gastos de manutención y viaje, y la mayoría de los trabajadores domésticos viven en la casa del empleador. Después de los dos primeros años, el empleado tiene derecho a renovar su contrato, encontrar un nuevo empleo o regresar a su país de origen. Sin embargo, los grupos de derechos humanos dicen que este sistema ha creado condiciones propicias para el abuso físico, mental y sexual, la explotación y el racismo. 

La trabajadora migrante Leonida Pagsuguiron, izquierda, vive en la casa de su amiga y recibe asistencia de la Institución Teresiana.
La trabajadora migrante Leonida Pagsuguiron, izquierda, vive en la casa de su amiga y recibe asistencia de la Institución Teresiana para sus necesidades, mientras se recupera de una enfermedad. (foto: Raghida Skaff)

La legislación laboral de Jordania estipula que los trabajadores extranjeros tienen derecho a un día libre por semana, que los pasaportes no deben ser confiscados y que las horas de trabajo no deben exceder ocho por día, pero rutinariamente se viola la legislación. Los empleados a menudo están atrapados en trabajos en los que están sobrecargados de labores, restringidos de la comunicación con el mundo exterior, limitados en su acceso a los alimentos y se les niega el tiempo personal.

Fernando recuerda cuando envolvió un pedazo de pan que sobró y lo escondió en el bote de basura para comerlo en secreto por la noche. Era habitual que su “señora” y “jefe” —los términos que usa para referirse ala esposa y su esposo, respectivamente, que una vez la emplearon— la encerraban dentro de la casa cuando salían. Cerraban con seguro las ventanas y puertas y activaban la alarma de seguridad. Un día, mientras limpiaba las ventanas, comenzó a preguntarse cómo haría para escapar en caso de emergencia. ¿Rompería el vidrio y saltaría los dos pisos a la calle?

“Nunca salí de la casa”, agrega Fernando, excepto para acompañar a los niños. Se le prohibió hablar con nadie en esas salidas. Si lo hacía, los niños informarían a sus padres. Durante ese tiempo, Fernando recurrió a la oración, pidiendo a Dios que le de coraje para soportar las dificultades y encontrar fuerzas para continuar trabajando para apoyar a sus padres en casa. 

A pesar del costo personal y los riesgos asociados con el sistema de kafala, más de 43,000 filipinos viven y trabajan en Jordania, según cifras de la embajada de Filipinas allí. De este número, solo una minoría está registrada con permisos de trabajo válidos. Este pequeño porcentaje es indicativo de dos problemas recurrentes: el de los auspiciadores que no pagan la renovación del trabajo del inmigrante y el de los trabajadores que huyen de los empleadores que les prohíben renunciar. Ambas situaciones hacen que el trabajador tenga un estatus de ilegal y lo ponen en riesgo de encarcelamiento.

La cristiandad juega un papel muy importante en la vida de las mujeres filipinas, que provienen de un país donde el 80% de la población es católica romana. Han encontrado consuelo, fuerza y amistad en el trabajo de la Institución Teresiana, una comunidad católica de laicos que desde hace mucho tiempo están comprometidos en el país, y que trabajan tanto con jóvenes como con trabajadores migrantes. Ellos lanzaron un programa de apoyo para trabajadores migrantes en 2018. 

La institución fue fundada en España en 1911 por San Pedro Poveda Castroverde, un sacerdote que fue martirizado durante las persecuciones religiosas de principios del siglo XX en España. Entre sus miembros hay hombres y mujeres laicos, que viven al valor de “la fe y la razón” al cumplir su misión de contribuir a la transformación humana y social a través de actividades educativas y socioculturales. Lo hacen a través de sus diversas profesiones y talentos. En la actualidad, hay dos miembros teresianos que viven en comunidad en Ammán dedicando sus vidas a esta misión a tiempo completo.

Elisa Estrada, una teresiana, ha pasado casi 40 años en Tierra Santa, habiendo servido en Jerusalén, Belén y ahora Ammán. Ella es la directora de la Biblioteca y Centro Comunitario de CNEWA-Misión Pontificia, donde se llevan a cabo la mayoría de actividades para migrantes. Amabel Sibug, otra compañera teresiana, supervisa las actividades para los migrantes y trabaja con la capellanía filipina en Ammán.

Estrada dice que el cuidado pastoral de los trabajadores migrantes implica más que simplemente ofrecerles oportunidades para reunirse mientras están lejos de casa. El programa ofrece a estas mujeres filipinas un lugar seguro en el que encontrar comunidad y apoyo mutuo, y para desestresarse mientras alimentan su fe.

Una vez a la semana se celebra una Misa para la comunidad de migrantes en cada una de las dos iglesias católicas de rito latino en Amman —en San José, los domingos, y en la Anunciación de María, los viernes, para acomodar los diferentes días libres que tienen los trabajadores. 

Lucy Obejas es una de las aproximadamente 100 personas que asisten a la Misa de los viernes, en la parroquia del Patriarcado Latino de Jerusalén. Es su día libre de cuidar a los hijos de un diplomático europeo. Ella vive y trabaja en Ammán desde 2005.

“Cuando vas a la iglesia tienes paz”, dice Obejas, de pie en el aire fresco de un soleado día de invierno. “La iglesia es una de las únicas maneras de aliviar tu dolor, ansiedad o cualquier cosa que tengas como una carga en tu corazón”.

Después de la Misa, muchos hacen el viaje de 10 minutos para reunirse en el Centro Comunitario de CNEWA-Misión Pontificia para el almuerzo comunitario semanal. Disfrutan de un buffet mixto de platosárabes, como pollo y arroz con especias o un postre dulce, llamado “knafeh”, así como de platos filipinos, como fideos, caldo de cerdo y ensalada de mango, todos preparados por las mujeres que asisten a la iglesia. 

El ambiente es jovial y cálido; las mujeres charlando o participan en un grupo coral. Fernando, que está muy satisfecha con su nuevo empleo como empleada doméstica para un diplomático europeo, un puesto codiciado, ya que estos empleadores son conocidos por su respeto de las leyes laborales y su compensación adecuada, se ofrece como voluntaria para ayudar a preparar actividades cada semana. Es una forma de demostrar su aprecio.

Elisa Estrada, miembro de la Institución Teresiana, conversa con dos trabajadoras migrantes de Filipinas en la Biblioteca de CNEWA-Misión Pontificia en Ammán.
Elisa Estrada, miembro de la Institución Teresiana, conversa con dos trabajadoras migrantes de Filipinas, Leonida Pagsuguiron, derecha, y Aurea Perlas, izquierda, en la Biblioteca de CNEWA-Misión Pontificia en Ammán. (foto: Raghida Skaff)

“Te hace sentir diferente”, dice sobre el día, “lejos de, cómo lo llamas, ¿la tristeza?»  

Se toma un momento para expresar lo que había estado sintiendo: nostalgia sobre su lugar de origen. 

“Es muy especial”, reitera sobre la reunión semanal. “Es mi medicina”.

Las teresianas también han jugado un papel importante en la vida de fe de Fernando, organizando subautismo, confirmación y matrimonio con Ismail, su esposo filipino, en Jordania. 

La biblioteca y centro comunitario son el corazón de la atención ofrecida por las teresianas, quienes brindan servicios a la población local, además de a la comunidad cristiana y a los trabajadores migrantes. La biblioteca, una de las pocas bibliotecas públicas de la ciudad, tiene más de 30.000 libros y revistas en árabe, inglés y francés.  

Estrada y Sibug, ambas bibliotecarias y ambas filipinas, dirigen la biblioteca, que funciona como un centro comunitario que alberga seminarios, estudios bíblicos, sesiones de asesoramiento y talleres para el desarrollo espiritual, así como clases de inglés para refugiados iraquíes, sirios y africanos. La comunidad también tieneactividades interculturales e interreligiosas, y personas de todas las edades, religiones y nacionalidades son bienvenidas. 

Los programas específicos para trabajadores migrantes incluyen charlas de abogados y expertos en derechos humanos sobre la situación jurídica de los trabajadores en Jordania. Sibug también ofrece sesionessemanales para ayudar a las mujeres que han sido abusadas por empleadores o que se encuentran en situaciones difíciles. 

Las estrictas condiciones en el sistema de kafala permiten que las mujeres puedan quedar indefensas si están en un entorno de trabajo abusivo. Con frecuencia, se ven forzadas a huir de sus empleadores. En una situación de desesperación y con miedo de tomar cualquier pertenencia, incluyendo sus pasaportes, que a veces están en posesión de los empleadores, se presentan en la embajada o buscan ayuda de otras mujeres filipinas o feligreses.

Con el paso del tiempo, la embajada de Filipinas ha aumentado sus iniciativas e intervenciones en favor de los trabajadores migrantes, mejorando lentamente la vida de los trabajadores. Por ejemplo, la embajada ofrece apoyo legal y coordina con el Ministerio de Trabajo de Jordania en casos legales presentados contra mujeres filipinas por un empleador. Un día de orientación para los recién llegados ahora garantiza que los ciudadanos filipinos conozcan los datos de contacto de la embajada, sus derechos y las diferencias culturalesy las costumbres del estado árabe y de mayoría musulmana.

Estrada explica por qué muchas mujeres optan dejar atrás sus hogares y familias: las opciones de trabajo son escasas en la nación isleña y el acceso a la educación superior sigue siendo algo exclusivo económicamente, dejando a las personas atrapadas en ciclos de pobreza. Estos factores empujan a muchos a buscar trabajos en el extranjero que ofrezcan salarios en una moneda extranjera fuerte. Sin embargo, realizan enormes sacrificios para hacerlo. 

“Normalmente, la filipina viene aquí a ganar dinero para pagar las matrículas escolares de sus hijos, esa es la razón número uno”, dice Estrada. 

Ella explica las constantes tareas que involucra en el cuidado de las mujeres que a menudo llaman o envían mensajes de texto para pedir ayuda. 

“Por ejemplo, si están enfermas o necesitan ayuda con medicamentos o tal vez con sus papeles”, dice. 

Ella comparte la precaria situación de una mujer, que lleva cuatro meses trabajando sin permiso legal; y su nuevo empleador no ha actualizado sus documentos. Si la policía la atrapa sin permiso, será encarcelada, explica Estrada. 

“Una vez que [las mujeres filipinas] están en prisión, ya no tendrán contacto con nosotras … hasta que intervenga el personal de la embajada de Filipinas”, explica.

La trabajadora migrante Alma Mutuc abraza a Elisa Estrada, miembro de la Institución Teresiana de Ammán.
La trabajadora migrante Alma Mutuc abraza a Elisa Estrada, miembro de la Institución Teresiana de Ammán. (foto: Raghida Skaff)

Arlene Sánchez, 51, ha pasado los últimos 16 años trabajando en Amman como empleada doméstica para financiar la educación de sus hijos. Durante los primeros 12 años que trabajó para la misma familia, la madre soltera nunca vio su salario mensual. Su empleador, a quien se refiere como “señor”, transferiría sus ingresos directamente a sus hijos en Filipinas. Sánchez comenzó con un salario mensual de $150. 

“Pero mi ‘señor’ [fue] muy bueno. Cada seis meses me subía el salario”, dice. 

“Incluso si trabajas duro en Filipinas, no es suficiente”, agrega. “Si tienes cinco hijos [y] si eres pobre como yo… No puedes enviar a tus hijos a la universidad”. 

Ahora trabaja como empleada doméstica para otra familia. A pesar de los desafíos, expresa su gratitud por el trabajo que le permite mantener a su familia en Filipinas, así como por las actividades de las teresianas.

“Es como una familia; te olvidas de todo el estrés”, dice Sánchez sobre el ambiente de hogar lejos del hogar creado en Ammán por las teresianas.

“Trabajas toda la semana y vienes aquí feliz, disfrutando el poder charlar y cantar aquí en la biblioteca”.


Rosabel Crean es una periodista independiente con sede en Beirut. Escribe para The Telegraph, The New Arab y New Lines Magazine, e informa para el semanario católico The Tablet. 

Conexión CNEWA

CNEWA se ha asociado con la Institución Teresiana durante décadas, apoyando su trabajo entre las iglesias locales, cubriendo los gastos operativos y financiando nuevos programas. Al hacerlo, CNEWA ayuda a las teresianos a expandir los programas, proporcionar apoyo catequético y ofrecer asesoramiento psicológico y social a las familias desplazadas, trabajadores migrantes y refugiados.

Los teresianos son hombres y mujeres laicos comprometidos con una misión de educación, solidaridad y transformación social. En Jordania, brindan apoyo a mujeres migrantes que son injusta e ilegalmente reclutadas por empleadores locales. Les ofrecen un lugar de encuentro fura de sus trabajos regulares.

Para apoyar este trabajo vital, llame al 1-866-322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/es/trabajo/Jordania.

¿Símbolo o Santa? 

Verdaderamente es digno y debido que Te celebremos, Oh Madre de Dios, Siempre Bienaventurada y exenta de toda mancha, la Madre de nuestro Dios. Oh más Honorable que los querubines e incomparablemente, más Gloriosa que los serafines; Tú que sin corrupción has dado a luz al Verbo Dios; Verdaderamente eres la Madre de Dios, a Ti magnificamos.

Este himno a la Theotokos, que los cristianos orientales dicen o cantan en muchos servicios, así como en sus oraciones privadas en casa, expresa la importancia de María en la tradición bizantina de las iglesias orientales. 

La Madre de Dios, según este texto, se ubica por encima de los ángeles y más altos poderes en la jerarquía celestial. Es inadecuado describirla como una santa, ya que trasciende incluso a estas personas transfiguradas en su pureza, santidad y poder intercesor. Pero, ¿hemos perdido de vista a la mujer humana cuando exaltamos a María hasta este punto? ¿Ha llegado a representar un símbolo teológico en lugar de la persona real que vivió en Judea y Galilea durante el primer siglo? La Virgen María, la Santa Madre de Dios, cumple estos dos roles además de otros, incluyendo los de madre tierna, fiel discípula de Cristo, protectora y guerrera. Ella es una figura polifacética a la que los fieles cristianos orientales han apelado durante muchos siglos, invocando su intercesión según sus necesidades.

Exploremos tres aspectos principales de la Madre de Dios: primero, su importancia cristológica; segundo, su papel histórico en la vida y misión de Jesús y, finalmente, su lugar como protectora y defensora de los cristianos. Cada una de estas características tiene raíces en las tradiciones cristianas y bizantinas primitivas, aunque se desarrollaron en diferentes momentos. 

El papel esencial que desempeñó la Virgen María en la Encarnación de Cristo fue reconocido desde una fecha temprana de la iglesia. Al mismo tiempo, los primeros padres de la iglesia, como Ignacio de Antioquía, vieron esto como un misterio que permanecía oculto. Esto, él escribe, junto con la muerte del Señor, fue “cumplida en el silencio de Dios”.

Los primeros escritores como Ignacio probablemente estaban al tanto de los evangelios de Mateo y Lucas, en los que se contaban las historias del nacimiento de Cristo; sin embargo, también reconocieron que estas narraciones dejaban mucho sin decir. Por ejemplo, ¿quién era la virgen que vivió en Nazaret, “comprometida con un hombre cuyo nombre era José”? ¿Cuándo y cómo exactamente quedó embarazada cuando, según su propio relato, era virgen? (Lc 1,26-38). 

Momento del saludo del arcángel captado por iconógrafos griegos bizantinos.
Los cristianos creen que Jesús compartió nuestra humanidad debido a María, quien dijo “sí” al Arcángel Gabriel y dio a luz al Mesías. El misterio de la Encarnación, y el papel desempeñado por María como Theotokos, es una característica prominente en todas las iglesias de la tradición bizantina en todo el mundo. Aquí, el momento del saludo del arcángel es captado por un equipo de iconógrafos griegos bizantinos, Eutiquios y Miguel Astrapas, quienes crearon la imagen en 1295 en la Iglesia de la Virgen Peribleptos, “la que vela por todo», a orillas del lago Ohrid, en el norte de Macedonia. (foto: Sean Sprague)

El silencio de los evangelistas sobre estas cuestiones llevó a escritores posteriores, como el autor de un texto probablemente de mediados del siglo II conocido como el Protoevangelio de Santiago, a ampliar la historia. Este relato proporciona muchos más detalles sobre los padres de María, su concepción milagrosa, ya que Joaquín y Ana eran conocidos por ser estériles y habían pasado hace mucho tiempo la edad fértil, la infancia en el templo, los esponsales con José a la edad de 12 años y, sobre todo, su virginidad incluso después de haber dado a luz al Mesías en una cueva desierta. 

El mensaje teológico del Protoevangelio es que esta niña fue especial desde el momento de su concepción. Ella fue criada en la parte más sagrada del templo judío, permaneciendo así lo suficientemente pura como para dar a luz a Jesucristo, el Hijo de Dios. Los escritores patrísticos posteriores desarrollarían aún más estas ideas, afirmando, por ejemplo, que al seguir siendo una mujer humana, María proporcionó a Cristo su naturaleza humana. Al mismo tiempo, fue su virginidad lo que garantizó su divinidad continua. Es el último aspecto del papel de María en el dar nacimiento lo que la hizo, especialmente desde principios del siglo V en adelante, ser descrita como Theotokos o Dadora de Nacimiento de Dios.

Los textos litúrgicos bizantinos, incluyendo himnos y homilías, expresan esta doctrina repetidamente en momentos clave del Oficio Divino y de la Divina Liturgia. Sin embargo, es notable que los himnógrafos y predicadores a menudo eligen un lenguaje tipológico o metafórico para enseñarlo a sus congregaciones. Toda una gama de “tipos” del Antiguo Testamento, incluyendo la escalinata de Jacob (Génesis 28,10-17), la zarza ardiente (Éxodo 3,1-6), la Carpa del Encuentro (Éxodo 40,1-7), la Casa (1 Reyes 6-9), y muchos otros, expresan de manera indirecta el papel de la Virgen María en la Encarnación. Por ejemplo, ella es la escalinata que une el cielo y la tierra; la zarza que no es afectada por el fuego divino (que simboliza la virginidad de María); y el espacio santo y consagrado en el que Dios eligió morar. 

Los textos litúrgicos también explican el papel teológico de la Theotokos de maneras más reflexivas, pero nunca pierden de vista el misterio que se encuentra en el corazón de la Encarnación. Los cristianos bizantinos son físicamente capaces de ver el papel central de María en este misterio representado en los ábsides de muchas iglesias donde se encuentra o se sienta, generalmente con el Cristo Niño en sus brazos o contenido en su vientre, presidiendo el altar en el santuario.

Pero, ¿quién era la María histórica, la niña que vivió en Nazaret con su prometido esposo, José? Como ya hemos visto, el Nuevo Testamento, incluyendo las epístolas de San Pablo y los evangelios, nos dicen muy poco acerca de esta figura bíblica. 

Sabemos, según los evangelios de Mateo y Lucas, que ella vivió en Nazaret, experimentó la Anunciación del Arcángel Gabriel y dio a luz al Mesías, Jesucristo. De todos los evangelistas, Lucas ofrece las ideas más personales sobre María: dice que después de la visita al templo en Jerusalén, cuando Jesús tenía 12 años y fue encontrado hablando con los maestros allí, “Su madre conservaba estas cosas en su corazón” (Lucas 2,51). 

Imágenes en las paredes externas del convento de la Iglesia de la Anunciación en el noreste de Rumania.
El iconógrafo que creó estas imágenes en las paredes externas del convento de la Iglesia de la Anunciación en el noreste de Rumania en 1537 quizo destacar un punto. A la izquierda, Moisés se quita las sandalias cuando se acerca a tierra santa —la zarza ardiente no consumida por el fuego, que en el cristianismo oriental es una referencia a María como siempre Virgen. La imagen en el centro, con un detalle a la derecha, representa a María protegiendo Constantinopla cuando los persas la sitiaron en el año 626. De hecho, el fresco representa el colapso final de Constantinopla. Las imágenes fueron creadas 84 años después de la caída de la ciudad ante los turcos otomanos en mayo de 1453 en un puesto remoto del mundo ortodoxo amenazado por los otomanos. Las imágenes recuerdan a los peregrinos que deben refugiarse en María y pedir su protección. (foto: Realimage/Alamy Stock Photo)

También vislumbramos a la madre de Cristo varias veces durante su vida de enseñanza y ministerio, lo que sugiere que ella, junto con los discípulos y algunos de sus hermanos, lo acompañaron en sus viajes por Judea y Galilea (ver, por ejemplo, Mateo 12, 46-50; Marcos 3,31-35; Lucas 8,19-21). 

María también aparece en las bodas de Caná, según el Evangelio de Juan, donde dice a los siervos que obedezcan a Cristo y llenen seis jarras de agua (2:3-5). Y finalmente, en el mismo evangelio, ella está al pie de la cruz con “el discípulo a quien [Cristo] amó”, probablemente el mismo Juan, y es confiado al cuidado de este último (19,25-27). Estos atisbos son tentadoramente breves y tenemos que preguntarnos por qué los evangelistas proporcionaron tan pocas pistas sobre la vida de la Virgen María. Tal vez, como sugirió Ignacio, fue para protegerla del “gobernante de esta época”, es decir, el emperador romano o sus gobernadores en Judea.

Fue solo en siglos posteriores que la historia de María comenzó a elaborarse, probablemente en respuesta a la creciente veneración de ella como una figura santa por derecho propio y la curiosidad por su vida histórica. El Protoevangelio de Santiago, como vimos anteriormente, ofreció el primer relato completo de su concepción e infancia en el templo de Jerusalén. Varios siglos más tarde, probablemente hacia finales del siglo V o principios del siglo VI, comenzaron a circular los relatos de la muerte de María, o de su “quedarse dormida”, no sólo en griego, sino también en siríaco y otras lenguas antiguas. 

Estas narraciones ofrecen atisbos de los últimos años de la Virgen, que pasó, dependiendo de diferentes relatos, ya sea en Belén o Jerusalén en una casa de propiedad del evangelista Juan. También describen cómo María fue advertida de su muerte inminente por un ángel y cómo los apóstoles fueron transportados milagrosamente sobre nubes al lado de su cama. Cristo apareció en el momento de la muerte de la Virgen y recibió su alma, que pasó al ángel Miguel para un paso seguro al cielo. Los discípulos luego colocaron el cuerpo de María en un féretro y lo llevaron a una tumba cerca del Jardín de Getsemaní al pie del Monte de los Olivos. Según la mayoría de los relatos, abrieron la tumba después de tres días y descubrieron que el cuerpo había desaparecido. 

En algunas narraciones, los apóstoles vieron el cuerpo siendo llevado al cielo. Lo que sucedió después de eso es visto como un misterio. La Virgen María fue representada en un paraíso terrenal, junto con Abraham y los otros santos, o a la diestra de Cristo, habiendo experimentado, a diferencia de cualquier otro ser humano aparte de su Hijo, una resurrección temprana.

Otro aspecto de la vida terrena de María, que se desarrolló especialmente en los círculos monásticos, fue el ascetismo y la dedicación a la oración constante. El obispo del siglo IV Atanasio de Alejandría describió las cualidades piadosas de la Virgen María en una carta que escribió para alentar a las vírgenes que habían adoptado una forma de vida monástica. Este tema también es usado en varias “Vidas de la Virgen” bizantinas, que describen las prácticas ascéticas de la virgen como una niña en el templo, en la casa de José una vez que se comprometió con él, y después de la muerte y la resurrección de Cristo, cuando vivía al cuidado de Juan. 

Estos relatos también sugieren que María asumió un papel de liderazgo entre los discípulos después de la ascensión de Cristo. La “Vida de la Virgen” de Juan Geómetra a finales del siglo X, por ejemplo, afirma que la Theotokos dirigió no solo las vidas espirituales de los apóstoles, sino que también les dijo dónde llevar a cabo sus misiones. Según estos textos bizantinos, la Virgen María fue un modelo de ascetismo, no sólo para monjes y monjas, sino también para los cristianos laicos que deseaban llevar vidas más piadosas.

Tercero y último, todo cristiano oriental será consciente de que la Madre de Dios actúa como su protectora e intercesora ante Cristo. El trasfondo histórico de estos papeles se encuentra nuevamente en Bizancio, especialmente en la ciudad imperial de Constantinopla. Fue durante los siglos VI y VII que los cristianos bizantinos recurrieron cada vez más a la Virgen María como su defensora contra enemigos externos y otras amenazas. Famosamente, en el asedio de los avares y persas en 626, la Madre de Dios fue vista luchando a lo largo de los muros de Constantinopla. La inexplicable y milagrosa retirada de estos enemigos se atribuyó a su intervención. Los bizantinos continuaron apelando a la Virgen María para su protección en posteriores asedios, batallas y desastres naturales a lo largo de la larga historia de este imperio. 

Las oraciones, himnos y narraciones que expresan esta dependencia continúan siendo cantados en los servicios bizantinos cristianos, católicos y ortodoxos de hoy. El Himno Akáthistos, que se canta en su totalidad en la noche del quinto viernes de Cuaresma, representa el ejemplo más conocido de tal súplica. El servicio de la Pequeña Paraklesis a la Madre de Dios, cantada durante los 15 días previos a la fiesta de la Dormición, es otra. Una imagen poderosa que transmite el poder protector de la Madre de Dios se puede ver hoy en una de las pinturas murales de la nueva Iglesia Ortodoxa Griega de San Nicolás cerca al World Trade Center en Nueva York. Ella es representada como la Virgen de Blachernitissa, calmadamente velando a la ciudad de Nueva York, con las manos levantadas en oración y el busto del Niño Jesús descansando en un medallón sobre su pecho.

En conclusión, la Virgen María, Madre de Dios, sigue siendo una figura significativa en la historia, la teología y la espiritualidad cristiana bizantina. Ella es la mujer que dio a Cristo su naturaleza humana y que se relaciona con él y con todos los fieles como una tierna y protectora madre. María es, por lo tanto, a la vez símbolo y persona humana: ella representa el vínculo entre Dios y la humanidad, sin dejar de ser una mujer histórica que vivió en la Palestina del primer siglo. 

El aspecto multifacético de la Madre de Dios en el cristianismo oriental es de alguna manera único. Esta tradición religiosa siempre ha mantenido un equilibrio entre la humanidad de María y la gracia divina. Ella desempeña un papel central en el misterio de la Encarnación, al tiempo que actúa como protectora, intercesora y modelo para los cristianos orientales en todo el mundo.


Mary B. Cunningham es profesora asociada de biología histórica en la Universidad de Nottingham, Inglaterra. Ha escrito libros y artículos sobre la Madre de Dios, la predicación bizantina y la himnografía, y teología ortodoxa. 

Encontrando a Dios en Tiempos de Guerra

“Es fácil confiar en Dios cuando estás seguro de tu mañana. Pero cuando no estás seguro de tu hoy, es una gran lección para creer … para confiar en Dios”, dice la Hermana Lucia Murashko, miembro de la Orden de San Basilio el Grande, desde su casa en Zaporizhzhia, en el sureste de Ucrania.

“La guerra nos ha mostrado, a todos, incluso a los no creyentes, que Dios está vivo y nos protege”. 

Con la devastadora guerra contra Ucrania entrando en su segundo año, y sin conversaciones de paz a la vista, muchos ucranianos están reevaluando sus prioridades. Para muchos, este proceso incluye descubrir o redescubrir su creencia en un poder superior. Para aquellos que ya creen en alguna forma de providencia, significa reevaluar el papel de la fe y la religión en sus vidas.

Históricamente, las tierras y comunidades que conforman Ucrania son diversas. Aunque los eslavos orientales arraigados en la tradición cristiana oriental, greco-católica y ortodoxa, dominan la población y la cultura de Ucrania, los protestantes evangélicos, los judíos y los musulmanes también tienen profundas raíces en la nación y su cultura. Anteriormente conectados de manera profunda con sus tradiciones y fe, los ucranianos modernos de todas las tendencias fueron separados de sus raíces por un despiadado gobierno comunista que, al destruir el antiguo orden de la Rusia Imperial, suprimió la religión organizada en todas sus formas, cristiana y no cristiana.

Niños se despiden de su padre en una estación de tren en Lviv en enero.
Niños se despiden de su padre en una estación de tren en Lviv en enero. (foto: Konstantin Chernichkin) CNEWA y Caritas Ucrania distribuyen alimentos, kits de higiene, ropa y ropa de cama a la población de la provincia de Cherníhiv. (foto: cortesía de Caritas Chernihiv)

Durante más de 70 años, la mayoría de los ucranianos, excepto aquellos en las partes occidentales del país, que fueron absorbidos por la Ucrania soviética en la época de la Segunda Guerra Mundial, recibieron una educación que elogiaba los ideales del estado soviético y patrocinaba el desarrollo de una nueva forma de hombre, uno hombre que repudiaba la creencia religiosa como atrasada y antipatriótica. 

Incluso después de más de 30 años de independencia de Ucrania, el Óblast de Zaporizhzhia sigue siendo una de las regiones más seculares de Ucrania. La mayoría de las personas se declaran ateas; algunos son bautizados ortodoxos, pero no practican su fe, dice la hermana Lucía. Sin embargo, durante este último año de guerra, numerosas personas han ido donde las hermanas, pidiendo ayuda y confiándoles sus agobios: la destrucción de sus hogares, la muerte de sus amigos, la partida de sus hijos.

“No hay forma de escapar. Es solo que Dios te protegerá, y rezas y continúas trabajando”.

“Los escuchamos y luego dicen: ‘Hablo contigo y me siento más sosegado”.

La hermana Lucía dice que mientras la mayoría de los ucranianos a los subterráneos cuando suenan las sirenas de ataque aéreo, la gente en Zaporizhzhia no tiene forma de anticipar un ataque con misiles rusos. Aunque la ciudad, ubicada a solo 30 millas del frente, permanece en manos ucranianas, está rodeada por el ejército ruso al sur, y los misiles llegan antes de que suenen las sirenas.

“Aprendemos a confiar en Dios, porque no hay lugar seguro, porque nunca sabes si será tu casa… o una de las fábricas”. 

“No hay forma de escapar. Es solo que Dios te protegerá, y oras y continúas trabajando”.

Durante los primeros seis meses de la guerra, muchas personas huyeron de Zaporizhzhia, aunque algunos regresaron cuando el frente de ataque no avanzó hacia la ciudad. La gente de las aldeas circundantes también buscó refugio allí. 

Las Hermanas Basilianas viven en un monasterio dedicado a los apóstoles Pedro y Pablo. Asisten a la parroquia greco-católica ucraniana local, donde se celebran diariamente la Divina Liturgia y otras oraciones. Proporcionan suministros de socorro, pero también “tratan de celebrar cualquier signo de vida” para alentar a la gente —hasta los feligreses adultos recibieron regalos en la fiesta de San Nicolás el año pasado. 

Ella llama un “privilegio” que Dios le haya permitido a ella y a sus hermanas servir a la gente en este momento, recordando cómo recientemente facilitaron la boda de una pareja, de 72 y 69 años, que habían vivido juntos durante 52 años. La parroquia le dio a la mujer un vestido nuevo y al hombre una camisa bordada ucraniana tradicional; recibieron su primera confesión y comunión, y luego se casaron. 

La hermana Lucía dice que fue una gracia de Dios ver su alegría: “Para nosotros, también es una fuente de fe más fuerte”.

La guerra ha obligado a que las iglesias ucranianas identifiquen sus prioridades, dice el reverendo Yuriy Shchurko, decano de la facultad de teología y filosofía de la Universidad Católica Ucraniana en Lviv.

“[Cuando] estás con personas desplazadas, personas heridas, con madres e hijos; simplemente las rodeas de amor, solidaridad”, dice.

“Entendemos que estamos llamados a servir a la sociedad, a llevarles amor, a sanar sus heridas, y cada denominación hace lo mejor que puede”.

La guerra también ha llevado a una cooperación “muy fuerte” entre las diferentes iglesias que brindan ayuda humanitaria, agrega el reverendo Roman Fihas, director interino del Instituto de Estudios Ecuménicos de la universidad. Las iglesias están ayudando a todos los necesitados que se cruzan en su camino, independientemente de su afiliación religiosa.

Ese mismo tipo de colaboración existe dentro de la capellanía militar, dice el padre jesuita Andriy Zelinskyy, capellán militar jefe de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Aunque señala que el gobierno no permite que los sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana sirvan en el ejército, a pesar de que la iglesia declaró su independencia del Patriarcado de Moscú en mayo pasado. Los sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, sin embargo, participan en la capellanía.

En el clima actual, cuando un soldado necesita un capellán, ya sea que esté en el campo de batalla o fuera de él, la jurisdicción o la denominación importan poco, dice el padre Zelinskyy. En su mayor parte, los ucranianos en la línea del frente no son soldados profesionales, subraya, sino ciudadanos comunes —profesores universitarios, líderes empresariales y bailarines de ballet— que en gran medida no están preparados para las demandas de la batalla. Lo que es importante para un soldado es que pueda hablar con un ministro que lo escuche, dice. 

Las responsabilidades de un capellán militar incluyen “estar presente para los soldados, escucharlos, orar por ellos, atender sus corazones, administrar sacramentos, mantener sus recuerdos”, dice. También acompañan a las familias de los soldados y ministran a aquellos que se recuperan de las heridas de batalla en el hospital.

Cuando alguien le pregunta al padre Zelinskyy dónde está Dios en medio de la guerra, él les dice: “Dios es amor, así que dondequiera y cuandoquiera que ames, encuentras a Dios. … Cuando luchas por tus seres queridos… cuidas las heridas de un compañero soldado, ahí es donde lo encontramos”.

Mujer sostiene paquete de ayuda para la población de la provincia de Chernihiv.
CNEWA y Caritas Ucrania distribuyen alimentos, kits de higiene, ropa y ropa de cama a la población de la provincia de Chernihiv. (foto: cortesía de Caritas Chernihiv)

Roman Dudko vivía con su familia en Kherson, ubicada en el río Dnipro en el sur de Ucrania, cuando cayó bajo ocupación rusa en la primera semana de la invasión. Un mes después, Dudko y su familia huyeron de la ciudad. 

Una semana después de poner a sus hijos a salvo en Ivano-Frankivsk, en el oeste de Ucrania, él y su hermano se enlistaron y se unieron a otros civiles convertidos en soldados en el frente. 

En su último día de una rotación de tres meses en Bakhmut, en el Óblast de Donetsk, que las tropas rusas estaban rodeando en el momento de la publicación en un intento de capturar la ciudad, la unidad de Dudko soportó fuertes bombardeos.

“Solo recuerdo a mi amigo en el auto. Me puso torniquetes porque no podía hacerlo yo mismo debido a mi pérdida de sangre”, dice sentado en su cama de hospital en Kiev, con el brazo derecho vendado y sujetado con varillas de metal. 

Dudko fue transportado de Bakhmut a un hospital en Dnipro, luego trasladado a un segundo hospital en Zhytomyr y finalmente a Kiev, donde continúa recuperándose después de múltiples cirugías. 

Los médicos lo han alentado y le han dicho que podrá volver a caminar, pero lucha con poder aceptar de que “a mis 30 años, soy un inválido”.

“Todos los días te enfrentas a desafíos [en el frente] que te hacen reevaluar lo que es importante y lo que no lo es”, dice. 

“Antes de la guerra, estaba convencido de que una persona forja su propio destino”, dice. Hoy, debido a lo que él considera sucesos milagrosos, Dudko cree que “Dios existe y él ayuda”.

Cree que su vida se salvó en su último día en Bakhmut: solo un fragmento de artillería le cortó a pesar de que su chaleco protector fue destrozado en pedazos por la ola de explosivos. Incluso en medio de los bombardeos, dice, experimentó una sensación de paz interior y confianza, que continúa experimentando en su convalecencia. 

“Dejaba de estar en pánico y comenzaba a pensar claramente sobre lo que tenía que hacer a continuación”, dice. Durante un bombardeo, su claridad de pensamiento lo obligó a salir corriendo de su unidad para salvar a un soldado que él sabía que estaba atrapado en un automóvil a poca distancia de la unidad. Ambos escaparon a un lugar seguro. 

“Tuve la intención de salvar a una persona y creo que Dios también me salvó a mí”. 

En estos días, dice Dudko, ha confiado toda su vida a Dios: “Cuando dejas la situación de lado y le pides ayuda a Dios, todo sale bien”. 

“Una de las cosas más difíciles para mí como sacerdote es encontrar palabras de esperanza para nuestro pueblo”.

Para muchos de los que han soportado la ocupación rusa, los simples actos de caridad son ejemplos poderosos de testimonio valiente frente al peligro real.

Nadia Makhnyk vivía en Beryslav, un distrito en la orilla derecha del río Dnipro ubicado frente a la ciudad ocupada por Rusia de Nova Kakhovka. El frente estaba justo detrás de su casa; en algunos lugares, el río tiene solo cuatro yardas de ancho. Los rusos tomaron Beryslav en abril de 2022, pero lo perdieron en noviembre. 

Los combates iniciales dañaron la infraestructura local y, en mayo pasado, Makhnyk perdió la electricidad. Aislada, decidió comprar una tarjeta SIM rusa para su teléfono celular para acceder a internet. Durante ese tiempo, se ofreció como voluntaria en un comedor de beneficencia, dirigido por una parroquia católica griega local, de los Mártires Macabeos.

El párroco, el Reverendo Oleksandr Bilskyy, estaba fuera de Beryslav cuando comenzó la invasión y no pudo regresar inmediatamente a la parroquia. Sin embargo, organizó la entrega de donaciones de artículos de primera necesidad a la zona, así como suministros para que sus feligreses dirijan el comedor social. 

Makhnyk se ofreció como voluntaria en el comedor de beneficencia con una mujer llamada Viktoriya. El 9 de mayo, que los rusos observan como el Día de la Victoria, los soldados rusos llevaron prisioneros de guerra ucranianos a Beryslav para ayudar a limpiar el área. Viktoriya y  otros llevaron comida a los prisioneros y memorizaron los números de teléfono de los familiares de los prisioneros, luego llamaron a los familiares para hacerles saber que los hombres estaban vivos.

“Fue muy peligroso”, dice Makhnyk.

La hermana basiliana Yelysaveta Varnitskasister prepara a una niña para un suéter nuevo en Preobrazhenka, un pueblo en la línea del frente en el sur de Ucrania.
La hermana basiliana Yelysaveta Varnitskasister prepara a una niña para un suéter nuevo en Preobrazhenka, un pueblo en la línea del frente en el sur de Ucrania. (foto: Konstantin Chernichkin)

En julio, ella y otros evacuaron Beryslav, uniéndose a los millones de otros ucranianos desplazados de sus hogares. Esperaron cinco días para irse debido a una fila de 500 autos; las fuerzas rusas permitían el paso de sólo unos 10 coches cada tres horas. En su viaje de 186 millas hacia el oeste, pasaron 27 barricadas rusas. Algunas personas dormían en sus autos, esperando pasar, dice ella. 

Makhnyk se sintió conmovida por la gente de una aldea ocupada por Rusia que dio la bienvenida a los evacuados y los ayudó sin cargos. También se sintió conmovida por los actos de caridad de los sacerdotes greco-católicos ucranianos locales. Actualmente, ella vive en un refugio en Lviv operado por la Iglesia Greco-Católica Ucraniana.

Ella dice que el padre Bilskyy ha regresado a su parroquia en Beryslav y ha estado involucrado en el transporte de ayuda a las personas cercanas al frente de batalla.

En la ciudad ucraniana occidental de Lviv, considerada el alma del país y que en gran medida ha sido librada de la destrucción de la invasión, “la vida de nuestras parroquias”, dice el Reverendo Oleksiy Zavada, «ha cambiado debido a la guerra».

El padre Zavada es párroco de la Iglesia Católica Griega la Ascensión de Nuestro Señor. Su iglesia, junto con muchas otras en todo el país, realiza vigilias de oración constantes, con feligreses que se inscriben para orar en períodos de media hora las 24 horas del día.

“Me parece que lo importante [es que] … la iglesia necesita estar con la gente”.

“Creo que una de las cosas más difíciles para mí como sacerdote es encontrar palabras de esperanza para nuestro pueblo”, continúa, y agrega que un sacerdote le dije a fines del año pasado que no le quedaban palabras para las homilías fúnebres. 

El Padre Yevhen Cherniuk, capellán militar de la Iglesia greco-católica ucraniana, visita a los soldados heridos en el hospital militar de Kiev.
El Padre Yevhen Cherniuk, capellán militar de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, visita a los soldados heridos en el hospital militar de Kiev, tomando tiempo para hablar con ellos, ungirlos y administrar los sacramentos. (foto: Konstantin Chernichkin)

“Es difícil explicar las palabras del Evangelio, cuando Jesús dice: ‘Ama a tus enemigos’”.

A pesar de los desafíos, las iglesias deben perseverar en proporcionar comprensión y sabiduría con el lenguaje del Evangelio, dice Elizabeth H. Prodromou, académica visitante en Boston College y experta en la intersección de la geopolítica, la religión y los derechos humanos, especialmente en lo que se refiere a las narrativas dominantes que, según ella, tergiversan la guerra.

En un evento en Chicago el 23 de febrero para conmemorar el aniversario de la invasión rusa de Ucrania, la erudita ortodoxa habló de las dos narrativas opuestas de la guerra, presentadas por Rusia, por un lado, y Estados Unidos y las naciones occidentales, por el otro, que según ella hacen de Ucrania un objeto, le quitan su sentido de control y suprimen su voz.

Sin embargo, las iglesias “no necesitan ser capturadas por esas narrativas”, dijo. Más bien, es su responsabilidad reconocer estas narrativas, reflexionar sobre ellas y criticarlas con lenguaje evangélico, como “amor, paz, justicia, juicio, misericordia, perdón, arrepentimiento” y “redirigir … las narrativas seculares que se basan en … [las formas de pensar] del ganar o perder”, continuó. 

“Las iglesias necesitan hablar como iglesia, centradas… en el amor, centradas en Cristo”. 

El Metropolita Borys Gudziak de la Archieparquía Greco-Católica Ucraniana de Filadelfia, quien fundó la Universidad Católica Ucraniana y ha viajado a Ucrania repetidamente durante el primer año de la guerra, cree que la experiencia de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana en la clandestinidad durante la era soviética sirve como un poderoso testimonio de fidelidad al Evangelio. 

La iglesia no capituló ante el régimen soviético, dijo en otro evento en Chicago para conmemorar el aniversario. En cambio, fue llevada a la clandestinidad y emergió de ella con la tradición de la enseñanza social católica: “la dignidad dada por Dios, la solidaridad, la subsidiariedad, el bien común”. Estos principios han penetrado en la sociedad ucraniana desde que surgió la iglesia en 1989, y han servido como principios rectores para los ucranianos durante esta guerra y la fuente de su resistencia, agregó.

“La luz y la vida de Cristo no pudieron ser contenidas [durante el comunismo]… y no se puede contener hoy”.  

El testimonio de la iglesia clandestina, que se enfrentó al poder, es relevante en el contexto actual: “Puedes abordar la catástrofe si lo haces a la luz de Cristo”, dijo. “Es allí donde veo esperanza de paz y una alegría que llena el corazón de hombres y mujeres”.

El padre Yevhen Cherniuk, capellán militar de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, habla con el soldado ucraniano Maksym Chernitsyn, que se recupera en un hospital de Kiev de las heridas sufridas en la batalla.
El padre Yevhen Cherniuk, capellán militar de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, habla con el soldado ucraniano Maksym Chernitsyn, que se recupera en un hospital de Kiev de las heridas sufridas en la batalla. (foto: Konstantin Chernichkin)

Barb Fraze es una periodista independiente especializada en asuntos internacionales y religión. Durante más de 35 años, se desempeñó como editora internacional de Catholic News Service. Konstantin Chernichkin en Lviv y Laura Ieraci y Mariya Kokor en Chicago contribuyeron a este informe.

Conexión CNEWA

Durante el año pasado, CNEWA ha enviado más de $6 millones en fondos de emergencia a los esfuerzos de socorro dirigidos por la iglesia en Ucrania y en los países vecinos que reciben a quienes huyen de los misiles. Esta ayuda incluye paquetes de alimentos de emergencia para las áreas bajo sitio, atención a los jubilados desplazados, refugio para personas con necesidades especiales, asesoramiento espiritual y psicológico para los desplazados, alojamiento temporal y el suministro de medicamentos y otros suministros para instalaciones médicas. Otro tipo de apoyo ha incluido ayudar a las iglesias locales a formar la próxima generación de líderes de la iglesia, una misión que es aún más importante en tiempos de guerra.

Para apoyar este trabajo crucial, llame al 1-866-322-4441 (Canadá) o al 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o visite cnewa.org/work/ucrania.

En Caída Libre 

Un rayo de sol se cuela por la ventana, mientras Antonia, de 7 años, le muestra a la Hermana Gladys Sassine, los acordes que acaba de aprender en su guitarra. Antonia vive en la escuela Santísimo Sacramento en Beit Habbak, un pueblo remoto en el norte del Líbano. La hermana Gladys, la directora de la escuela, sonríe con orgullo, pero su mirada revela un atisbo de preocupación.

La congregación de la hermana Gladys, la Congregación Maronita de las Hermanas Misioneras del Santísimo Sacramento, como muchas otras organizaciones en el Líbano, está navegando una de las peores crisis económicas desde 1850, y el futuro de la escuela es incierto.

Desde 2019, Líbano está atrapado en un declive económico sin fin a la vista. Tres décadas de pésima gestión de la elite política y bancaria en un clima de corrupción y desigualdad estructural –exacerbado por los efectos de la pandemia del COVID-19 y la explosión del puerto de Beirut en 2020– han sumido al Líbano en una deuda pública de $103 mil millones.

Un oficial de las Naciones Unidas ha descrito Líbano como un “estado fallido”, incapaz de hacer frente a sus compromisos de pago, incluyendo sus deudas con hospitales y escuelas, asfixiando así a la sociedad civil. En enero, Líbano perdió su derecho a voto en la asamblea general de Naciones Unidos por no haber abonado su cuota. La pregunta que acecha a muchos libaneses es: ¿cuánto más podemos aguantar?

Una trabajadora de la salud en el Hospital Psiquiátrico de la Cruz, al este de Beirut, consuela a un paciente.
Una trabajadora de la salud en el Hospital Psiquiátrico de la Cruz, al este de Beirut, consuela a un paciente. (foto: Raghida Skaff)

En la escuela Santísimo Sacramento, los 1.400 estudiantes parecen ajenos a la precaria situación. Cuando suena la campana, sus risas inundan los pasillos, tal y cómo lo han hecho desde 1969, cuando la escuela abrió sus puertas para servir a las familias de la región.

El colegio paga la mayoría de sus facturas en dólares, pero gran parte de sus ingresos son en libras libanesas –una situación insostenible ya que la moneda ha perdido el 90% de su valor desde 2019.

“¿Cuánto más vamos a aguantar? No lo sé, pero no tenemos miedo. Dios está con nosotros”. 

En enero, la moneda libanesa alcanzó el cambio de 67.000 liras por dólar, lejos del cambio oficial de 1.500, que el banco central había mantenido por 25 años.

El 1 de febrero, Riad Salameh, el gobernador del banco central —quién está siendo investigado por lavado de dinero y malversación— decretó un nuevo cambio oficial de 15.000 liras por dólar en un intento de unificar los diferentes cambios. Pero, a mitad de febrero, el mercado paralelo, por el que se rigen los libaneses en su día a día, se hundió hasta los 80.000 en el cambio, su mínimo histórico.

Esta devaluación pone en peligro la supervivencia de muchas instituciones. 

En la escuela Santísimo Sacramento, el salario de un maestro oscila entre 2 millones y 4 millones de libras. Antes del 2019, 2 millones equivalían a $1.333, actualmente está entre $25 y $35. 

“Su salario es igual a dos tanques de gasolina para el coche”, dice la hermana Gladys. “¿Cómo van los maestros a pagar el costo del transporte a la escuela?”

CNEWA apoya a la escuela ofreciendo estipendios para la gasolina y pagando una parte de los salarios de los empleados en dólares.

La Hermana Therese Abou Nassif, directora del Hospital Psiquiátrico de la Cruz, habla con un paciente en el patio del hospital.
La Hermana Therese Abou Nassif, directora del Hospital Psiquiátrico de la Cruz, habla con un paciente en el patio del hospital. (foto: Raghida Skaff)

La factura de electricidad –$5.000 semanales– es el mayor gasto de la escuela. El estado raciona la electricidad, proporciona sólo dos horas de electricidad diarias, obligando al colegio a cubrir el resto del día con generadores de electricidad que funcionan a base de combustible. Costear el combustible es tarea casi imposible especialmente desde que el banco central retiró el subsidio al combustible el pasado septiembre. El Ministerio de Educación tampoco ha pagado a la escuela sus subsidios y les debe facturas desde hace cinco años.

Para recortar los costos, la escuela Santísimo Sacramento ha reducido sus días de operación de 5 a 4, y sus plazas del internado de 60 a 19. También ha eliminado los cursos de formación profesional. La escuela vive de donaciones, explica la hermana Gladys.

La Madre Arze Gemayel, directora del Hospital Al Saydeh en Antelias para Enfermos Crónicos, 7 millas al este de Beirut, se enfrenta a un gran desafío para atender a sus pacientes debido a que el gobierno canceló los subsidios para el cuidado de salud. Su congregación, las Hermanas Franciscanas de la Cruz, han dirigido este centro de cuidados de largo plazo desde 1946. Actualmente, atienden a 450 pacientes de la tercera edad y 100 pacientes con necesidades especiales. De éstos, el 75% proviene de familias de escasos recursos que en teoría están cubiertos por el gobierno –que paga al centro 50.000 liras al día por paciente.

“Eso es [ahora menos de] $1 por paciente por día, no es suficiente ni de lejos, pero, en cualquier caso, el Estado no nos ha pagado en un año”, dice la madre Arze.

El 25% restante de los pacientes, los que tienen recursos para pagar su cuota, ahora tienen dificultades para afrontar su pago mensual, añade.

En una soleada mañana invernal, Gariné Pambukian se sienta con su madre de 87 años en la cafetería del centro, rodeadas de árboles bananeros, limoneros y aguacateros, disfrutando de la vista del mar Mediterráneo.

La madre de Pambukian, quien padece Alzhéimer, ha vivido en el centro dos años. Pambukian y su esposo, con un salario de 3 millones de libras, ya cuidan en su casa de los padres de él, por lo que les es difícil pagar el millón y medio de libras ($20) de la estancia en el centro.

Los exiguos ingresos de estos pacientes no cubren los crecientes costos del hospital, incluyendo los salarios de los 200 empleados y los $6.000 que gastan semanalmente en combustible, explica la madre Arze. El salario medio de un empleado en el hospital es de 12 millones de libras y un suplemento de $200. En el Líbano, hoy en día es común que los salarios se paguen parte en libras y parte en dólares, para ayudar a los empleados a amortiguar la devaluación.

A pesar de ello, en los dos últimos años, 50 empleados dejaron el centro para ir a hospitales privados que pueden pagar el salario en dólares o han emigrado al extranjero. La debacle económica ha conducido a una ola masiva de emigración, convirtiendo Líbano en el país más dependiente de remesas a nivel mundial en 2022.

Un grupo de libaneses sostienen los retratos y efectos personales de sus seres queridos que murieron a causa de la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020.
Un grupo de libaneses sostienen los retratos y efectos personales de sus seres queridos que murieron a causa de la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020, durante una Misa conmemorativa en el primer aniversario de la explosión. (foto: Maroun Bassil)

La economía libanesa –dependiente en gran medida de la entrada de moneda extranjera para apoyar el artificial y peligroso bajo cambio del dólar– implosionó en el verano de 2019, tras una escasez de dólares en el mercado libanés.

Al cabo de pocos meses, en octubre, se desataron protestas en todo el país, encendidas por el anuncio del gobierno de nuevos impuestos, contra la elite política a la que responsabilizaban de la raquítica infraestructura estatal y la débil economía. Pero la energía en las calles no se materializó en un movimiento político unificado ni tampoco pudo detener la devaluación de la libra.

En marzo del 2020, Líbano se declaró insolvente frente a su deuda extranjera. La crisis se agudizó debido a los devastadores efectos de la pandemia del COVID-19 y la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto que mató a más de 200 personas y ha causado hasta $4.6 mil millones en daños materiales.

La explosión del puerto se ha convertido en símbolo del desdén de la clase gobernante libanesa; desde el descuido criminal en almacenar toneladas de un material explosivo en el puerto, hasta sus intentos de descarrilar la investigación judicial sobre la explosión.

Las trabas políticas en el gobierno, incluyendo el fracaso en elegir un presidente, han impedido que se tomen reformas necesarias para obtener fondos internacionales, mayormente a través del Fondo Monetario Internacional. El Patriarca Maronita Bechara Boutros Rai ha criticado repetidamente a los políticos libaneses por su incapacidad para poner el bien común por delante de sus intereses y formar un gobierno que haga frente el colapso económico.

La crisis ha obliterado la clase media libanesa. El 80% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, y con escaso apoyo con excepción del trabajo social de las iglesias y organizaciones sin fines de lucro. Los exiguos programas estatales de asistencia ofrecen una cobertura mínima y muchos han sido suspendidos en la situación actual en un país que carece de una red de protección social.

El origen de este ‘débil Estado’ se remonta a las políticas del ex primer ministro Rafik Hariri en los años noventa, que “alentó a que el sector privado copara los servicios sociales, como la educación”, dice Michel Constantin, director regional de CNEWA en Beirut.

La privatización no era en sí misma una debilidad, “mientras tuviéramos una economía”, añade.

En aquel entonces, la sociedad civil se encargaba a través de sus proyectos de cubrir los huecos dejados por el Estado para atender a la población más vulnerable. Sin embargo, en la situación actual, estos grupos de la iglesia y organizaciones no gubernamentales tiene dificultades en proveer a las familias necesitadas, ya que la población vulnerable crece día a día.

Más allá de las políticas de Hariri, la fragilidad del estado como proveedor de servicios puede remontarse más allá de la guerra civil libanesas y la post-guerra, explica Karim Merhej, analista no residente del Instituto Tahrir para Políticas del Medio Oriente. 

“Los hombres de las milicias en la guerra civil se convirtieron en la clase dominante en el estado de post-guerra, en una época conocida como el ‘reparto de botín,’” explica. “El Estado, sus instituciones y sus recursos no se utilizaron para el bien común ni para ofrecer servicios públicos, sino que fueron usados para apoyar redes clientelistas sectarias, en las que cada señor de la guerra obtuvo su propio feudo en el Estado”.

El talón de Aquiles de la economía libanesa ha sido la dependencia de la entrada de dólares para sostener un ficticio tipo de cambio fijo, Merhej añade.

“En los años noventa, los sectores productivos de nuestra economía –agricultura, industria manufacturera– fueron decimados en favor de la financiarización de la economía”, dice.

Pero al final de esa década, “el estado estaba prestando (dinero) de bancos a través de la emisión bonos del tesoro con intereses ridículamente altos, por ejemplo, del 40%”, continúa. La deuda empezó a crecer y en el 2001, “ya quedaba claro que había un colapso a la vista”.

“El colapso bancario ha tenido un impacto dramático en las buenas obras de las iglesias y otros grupos sin fines de lucro”.

La comunidad internacional, a través de varias conferencias internacionales de benefactores, intervino para rescatar a la clase política libanesa. Pero el ingreso de dólares –principalmente a través del sector inmobiliario, productos bancarios y turismo– comenzó a disminuir en 2011. En 2016, el banco central respondió creando un “plan de ingeniería financiero” para atraer moneda extranjera: los bancos ofrecían intereses de hasta un 20% para atraer a inversores extranjeros que pusieran sus dólares en los bancos libaneses.

Esto se convirtió en una suerte de “esquema Ponzi, construido en una deuda insostenible adquirida por el Estado bajo la premisa que Líbano era demasiado importante para caer, y que siempre sería rescatado por la comunidad internacional”, dice Merhej.

Dicha premisa fue un error de cálculo, y el sistema bancario quebró. Cuando la crisis del 2019 golpeó el país, los ciudadanos libaneses vieron sus ahorros de una vida evaporarse con la devaluación de la libra. Los bancos respondieron bloqueando y negando el acceso a los ciudadanos de sus depósitos, prohibiéndoles sacar su propio dinero. El año pasado, decenas de ciudadanos desesperados robaron a punta de pistola sus propios ahorros en su banco. Los bancos respondieron blindado sus sucursales y contratando seguridad armada.

El colapso bancario ha tenido un impacto dramático en el trabajo social de iglesias y organizaciones sin fines de lucro. Por ejemplo, CNEWA ha tenido que detener su programa de préstamos a pequeños negocios en el Líbano que comenzó en 1999.

“Hemos dado préstamos a 1.000 personas, con un préstamo medio de $10.000”, dice Constantin. “Este programa ha cambiado la vida de pequeños negocios en el sector de la agricultura, de alimentos y bebidas, pero ahora hemos tenido que parar. Los depósitos están atrapados”.

La situación bancaria se ha convertido en una pesadilla, dice Manale Nehme, directora de Message de Paix, que brinda apoyo psicosocial para 150 personas con necesidades especiales. Message de Paix tiene tres centros: en Beirut, Maad y Bikfaya.

Los beneficiarios reciben formación profesional gratuita y aprenden capacidades básicas para vivir independientemente. Además, 45 personas han sido empleadas en los talleres de cocina, manualidades y producción de velas, mientras que otros 30 han conseguido trabajo en negocios fuera del centro. Sin embargo, ahora es cada vez más difícil persuadir a compañías que empleen adultos con discapacidad intelectual, dice.

La entidad se mantenía gracias a la venta de sus productos y a la financiación del Ministerio de Asuntos Sociales. Pero las ventas han caído, y la financiación del ministerio ha colapsado, del 30% en su presupuesto anual de 2019, al 3% en 2023.

La organización ha tenido que recurrir a los ahorros para llegar a final de mes –para ahorrar costos cerraron el centro en Beirut en febrero. Nehme dice que el banco no permite retirar más de 8 millones de libras al mes, una situación que hace peligrar su estabilidad.

“Hoy he tenido una pelea en el banco y he conseguido sacar 25 millones, eso equivale a $500, no cubre nada”, dice Nehme exasperada.

La ayuda de donaciones, grupos de la iglesia como CNEWA, y donaciones individuales son la única razón por la que Message de Paix puede seguir operando, explica. Otras organizaciones sociales gestionadas por la iglesia se encuentran en la misma coyuntura.

En la escuela Santísimo Sacramento, la hermana Gladys vive con la misma angustia. “Tratamos de perseverar y continuar. Si cerramos, estos niños no tendrán otra escuela católica a la que ir en esta región”.

“Es un milagro que gente de fuera del Líbano nos esté ayudando”, dice la madre Arze, directora del centro para mayores en Antelias. “¿Cuánto más vamos a aguantar? No lo sé, pero no tenemos miedo. Dios está con nosotros”.

La Hermana Gladys Sassine les lee a tres alumnos internos en la Escuela del Santísimo Sacramento en Beit Habbak.
La Hermana Gladys Sassine les lee a tres alumnos internos en la Escuela del Santísimo Sacramento en Beit Habbak. (foto: Raghida Skaff)

Alicia Medina es una periodista independiente española basada en Atenas. Su trabajo se ha publicado en medios internacionales como News Deeply, Syria Direct, Syria Untold, Deutsche Welle y Radio France International.

Conexión CNEWA

Tras la explosión del puerto de Beirut en agosto del 2020, CNEWA respondió inmediatamente enviando ayuda a familias afectadas, escuelas y centros de salud. La crisis libanesa, agravada por el rampante desempleo y la devaluación de su moneda, está devastando a individuos e instituciones.

En mayo del 2022, CNEWA recibió cuatro subvenciones por valor de $1.86 millones para cubrir los costos de funcionamiento de escuelas y centros de salud en el Líbano. Los fondos se distribuyeron a cinco hospitales católicos, el centro de rehabilitación de Message de Paix y 14 escuelas católicas.

 

Para apoyar el trabajo de la iglesia en apoyo al pueblo libanés, llama al: 1-800-442-6392 (Estados Unidos) o 1-866-322-4441 (Canadá) o visite https://cnewa.org/es/trabajo/libano/

Carta desde Eritrea

La Escuela Agrotécnica Hagaz está a unas 75 millas al norte de Asmara, la capital de Eritrea, un país en el Cuerno de África que clamó su independencia en 1991, formalizándola a través de un referéndum público dos años después.

La agricultura es importante para la economía del país. En la década de 1990, hubo necesidad de capacitar a las personas en la agricultura. El gobierno se acercó a la comunidad católica, y le pidió que abra una escuela agrícola en Hagaz, una ciudad en el centro del país, situada en la región de Anseba. 

Los líderes de la iglesia trasmitieron la petición a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, comúnmente conocidos como los Hermanos de La Salle, quienes comenzaron el proyecto en 1997 y recibieron su primer grupo de estudiantes en 1999. 

El internado está ubicado en casi 100 acres de tierra donada por el gobierno. La tierra era árida y el sol era duro. La escasez de agua hizo más difícil tener una hacienda y escuela de agricultura. La única esperanza era acceder a las aguas subterráneas. 

Los hermanos, junto con benefactores, cavaron cuatro pozos y dos fosas, y la escuela introdujo un sistema de riego por goteo para administrar la poca cantidad de agua. Con una gestión estricta y cuidadosa del agua, la escuela se convirtió en un oasis fructífero y hermoso, que nuestros estudiantes solían llamar “Edén”. Fue un milagro y un modelo.

Estudiantes en clase de agricultura al aire libre en Eritrea.
Bajo el liderazgo de los Hermanos de La Salle, la Escuela Agrotécnica Hagaz ofreció oportunidades de aprendizaje práctico en agricultura. Los Hermanos de La Salle abrieron la escuela en 1997 para reforzar el sector agrícola del país y levantar una comunidad de agricultores capacitados. (foto: cortesía de la Escuela Agrotécnica Hagaz)

Nuestros estudiantes vinieron de todo el país, principalmente de áreas rurales y familias de agricultores, pero también de todas las tribus, religiones y regiones. Sin embargo, creamos una cultura, una comunidad escolar amorosa, maravillosamente abierta el uno al otro.

Con la cooperación del gobierno, la iglesia, los Hermanos de La Salle, las Hermanas Ursulinas, los donantes y la población local, la escuela prestó un excelente servicio a la nación mediante la formación de jóvenes en los niveles de secundaria y universidad en agricultura. La escuela capacitó a los agricultores locales, brindó asistencia técnica, creó oportunidades de empleo, suministró agua potable a las aldeas cercanas y contribuyó al mercado a través de su producción.

“Nuestra misión es estar más cerca de los jóvenes… No será tan formal como antes, pero estaremos allí para ayudar a nuestros jóvenes y niños”.

La escuela influyó en la introducción de nuevas tecnologías agrícolas, en su método de capacitación, en su cooperación con la población local, en su filosofía de autosuficiencia y en su capacidad para crear una comunidad escolar unida, a pesar de los muchos problemas potencialmente divisivos. Esta ha sido la historia de la escuela desde su fundación hasta la fecha.

En mi experiencia, CNEWA ha sido uno de esos donantes que viajó con nosotros, especialmente en nuestros momentos más difíciles en los últimos 20 años, a través de sus constantes subsidios anuales y apoyo a proyectos específicos.

Hubo un tiempo en que teníamos escasez de agua como resultado de nuestras viejas bombas de agua, y nuestros pozos estaban llenos de arena. El clima era cálido y el agua subterránea baja. No fue fácil para las bombas de agua continuar bombeando las 24 horas del día durante meses; podrían descomponerse fácilmente. Si el agua potable y de riego iba a fluir en el campus, entonces las bombas de agua tenían que ser reparadas inmediatamente. Gracias a CNEWA, que acudió en nuestra ayuda, pudimos limpiar los pozos y comprar nuevas bombas de agua.

Estudiantes escuchan una conferencia en la Escuela Agrotécnica Hagaz.
Estudiantes escuchan una conferencia en la Escuela Agrotécnica Hagaz. (foto: cortesía de la Escuela Agrotécnica Hagaz)

Además, la mayoría de nuestros estudiantes provenían de familias campesinas pobres. Desafortunadamente, nos encontraríamos con estudiantes, hombres y mujeres, que vinieron sin las necesidades básicas. Estos estudiantes pudieron completar sus estudios sin estrés, gracias a la intervención de CNEWA.

San Juan Bautista de La Salle, el fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, siempre les decía a los hermanos que confiaran en la providencia de Dios. En la sala de usos múltiples de la Escuela Agrotécnica Hagaz, un lema cuelga en la pared que dice: «Enseñar mentes y tocar corazones».

Durante 25 años, el desierto se convirtió en tierra verde fértil; Se creó una comunidad escolar amorosa a pesar de muchos factores de división; una escuela técnicamente bien equipada cuenta con maestros motivados y trabajadores; se ofreció una educación de calidad; se introdujo en el mercado una producción de calidad; y los donantes se reunieron para crear una escuela maravillosa. 

En cuanto a mí, no veo nada más que la mano de Dios. Gracias a Dios y a todas las personas que sacrificaron sus vidas bajo el sol abrasador y que estaban en este gran viaje, creando una escuela tan maravillosa y dando un servicio significativo al pueblo de Eritrea.

Hoy en día, espero que, a medida que el gobierno se haga cargo de la administración y la propiedad de la escuela, la misión de la escuela continúe y su visión se expanda. 

En cuanto a la misión de los Hermanos de La Salle, continuará. Nuestra misión es estar abiertos a donde Dios nos está enviando. Estamos disponibles para su plan y para el servicio de nuestro pueblo. Estamos abriendo nuevos ministerios dentro del país. Tenemos muchos niños y jóvenes que buscan nuestro apoyo. La necesidad viene en muchas caras. Nuestra misión es estar más cerca de los jóvenes, ofreciéndoles apoyo espiritual, psicológico, moral, social, físico e intelectual. No será tan formal como antes, pero estaremos allí para ayudar a nuestros jóvenes y niños. Estamos abiertos a la voz de Dios y listos para ir a donde sea que nos envíe.

Querida familia CNEWA, que Jesucristo encarnado sufriente esté siempre con vosotros y os anime, mientras continuáis en el servicio a Dios, a través de su iglesia. Gracias por su maravilloso viaje con nosotros estos últimos 20 años en Escuela Agrotécnica Hagaz. Los invito a seguir caminando con nosotros, tan fieles como siempre, en los nuevos ministerios que comenzaremos.


El Hermano Esayas Tzegay es miembro de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Eritrea.

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